Notículas sobre el lenguaje de hoy en día

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Una pregunta que escuchamos con frecuencia a los adultos, referidas a nuestro idioma es: ¿Qué están enseñando ahora los profesores de español a nuestros niños y jóvenes? Hay en esta inquietud una velada intención de acusar a los docentes de esa disciplina por el supuesto desconocimiento de la lengua materna o, peor aún, por la desidia y dejar hacer de los profesores al frente de sus alumnos.

Pienso que ni una ni otra apreciación tienen fundamento: el docente orienta, guía y asesora al niño en su aprendizaje; sin embargo, ante un infante o un adolescente que no se interesa por leer, es poco lo que se puede conseguir. El promedio de libros leídos por persona, en Colombia, gira alrededor de dos por año. Sumamente bajo, comparado con el promedio leído en otros países de Latinoamérica y de Europa.

Si desde el hogar el niño no adquiere la costumbre de leer, los profesores no lograrán en el aula que un joven se vuelva buen lector; es posible que cumpla con la tarea de leer las obras impuestas por el docente ?si es capaz de contrariar el extendido mal hábito de leer resúmenes y comentarios 'colgados' en Internet? pero no desarrollará la placentera costumbre de extasiarse en una obra literaria. Menos será capaz de emprender el análisis de lo leído. En conclusión: no es culpa de los profesores la deficiencia lectora que muestran los jóvenes y adultos de hoy.

Por otro lado, el pobre desempeño lingüístico que observamos en nuestros estudiantes tiene en gran parte su origen en el trato diario con sus propios compañeros; para comunicarse entre sí, utilizan expresiones que, afortunadamente, después de algún tiempo cambian por otras que correrán la misma suerte. El ámbito social que los rodea por fuera de la escuela tiene su parte de culpa en esta pobreza lexical.

Y no es ajena a esa situación la influencia de los medios de comunicación, en los cuales prolifera el mal uso del idioma. Obsérvense si no las siguiente inexactitudes difundidas especialmente por los medios de comunicación: Para indicar que un equipo de fútbol se impuso a su oponente por un gol a cero dicen que lo hizo por 'la mínima diferencia'; pero resulta que esa mínima diferencia es la misma cuando el partido queda doce a once, o treinta y cuatro a treinta y tres, por ejemplo.

El uso que menciono a continuación en muy nuevo; cito un ejemplo para mayor claridad: "En la foto se observa el estado en que quedó la 'ruta' en que viajaban los pequeños hacia el colegio". Es decir, en vez de bus ya están diciendo 'ruta'. Hasta hace poco decían 'flota', que también es incorrecto porque esta palabra encierra la idea de conjunto de vehículos que cumplen una función determinada. Pero los periodistas siguen tan campantes difundiendo 'sus ignorancias', diría Cantinflas.

Para los lectores de EL INFORMADOR resulta repetitivo leer las correcciones que el licenciado Luis Jorge Guerrero Pavajeau hace sobre el uso de los adjetivos numerales veintiún, trenta y un… cuando los periodistas los aplican a sustantivos femeninos. Dicen, tranquilamente "cuarenta y un casas se desplomaron…", "ochenta y un reinas participaron…" Solo le digo al colega Guerrero que no se preocupe; por lo menos él no es culpable de tantos errores.

Pero le recuerdo que si en RCN Juan Gossaín ?académico de la lengua? no logró erradicar ese error entre sus compañeros de la mesa de trabajo, a quienes tenía enfrente y bajo su autoridad, menos puede hacerlo un corrector a distancia. Eso sí: queda claro que los profesores de español no son los responsables de la poca instrucción idiomática de tantos jóvenes y de muchos adultos que también pasaron de largo, desdeñando la importancia de nuestra lengua.



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