Que no cunda el pánico

Columnas de Opinión
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Es notoria en estos días, la incertidumbre y preocupación de la dirigencia gremial y empresarial del sector agropecuario del país, por los constantes rumores de un cambio en la política arancelaria por parte del Mincomercio y el deseo de la izquierda de tomarse el ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, quien sabe con que propósito.

 

Ahí está el ejemplo de lo que sucedió con Bogotá. Honestamente, no creo que el presidente Juan Manuel Santos, vaya a cometer semejantes equivocaciones. En primer lugar, sería un tremendo error bajar los aranceles y ampliar los cupos de importación de alimentos subsidiados desde países desarrollados con esta crisis fiscal. Es como volver abrir la compuerta a una masacre agrícola, como la ocurrida en el gobierno de César Gaviria.

Tampoco es conveniente modificar el Sistema Andino de Franjas de Precios y desmontar los fondos de estabilización de precios, únicos mecanismos de fomento y desarrollo, que buscan el equilibrio del precio de un producto, con miras a fortalecer su comercialización.

Contrario a este despropósito de unos asesores burócratas -con escasos conocimientos de la problemática del sector agropecuario-, el Presidente de la República, debería darle un espaldarazo (con mayor inyección de recursos de inversión) a la política de incentivos y ordenamiento al sector productivo nacional. La estrategia de “Colombia Siembra”, diseñada por su ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, y todos los gremios de la producción agropecuaria, es la única política seria y coherente que se ha instituido en los últimos 20 años en este país.

El próximo 23 de marzo, día en que entra la primavera, inicia la semana santa y se firma el acuerdo de paz, nuestros productores del campo podrán producir sus cosechas a menor costo, con mayores rendimientos y a un precio justo de mercado. Para lograr este propósito (del millón de nuevas hectáreas), los ministros de Hacienda y Agricultura, conjuntamente con la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario, deben garantizar a los productores del campo los recursos e instrumentos de ayuda en la reducción de la tasa de interés, los costos de inversión en instalación de riego, mecanización de cultivos e infraestructura de almacenamiento.

Además de ayudarles a administrar el riesgo a través de un subsidio a la póliza de seguro contra riesgo climático y a las coberturas de precios de mercado y cambiaria. Paralelamente, hay que implementar un plan de zonificación agrícola por departamento y un programa de emprendimiento rural a través del Sena, para que nuestro sector agropecuario sea rentable y competitivo.

Tampoco tiene ningún sentido, cambiar en estos momentos al ministro de la cartera agropecuaria cuando apenas comienza a ejecutar esta tremenda estrategia. La doctora Clara López, -a quien admiro y respeto mucho- podría jugar un buen papel desde el ministerio del Trabajo, donde su compañero de izquierda ha pasado sin pena y sin gloria. Como dijo el chapulín colorado, “Que no cunda el pánico”.

Por: Indalecio Dangond Baquero
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