Católicos celebran desde hoy el inicio de la Novena de Navidad

La tradicional novena que reúne a las familias entorno al pesebre aviva la esperanza, incrementa la fe, abre los corazones y fortalece los lazos familiares.

Actualidad
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger


Cada 16 de diciembre se inicia la Novena de Navidad y comienza la cuenta regresiva para celebrar el nacimiento de Jesucristo.
Una de las tradiciones católicas más esperadas por los fieles samarios, es la novena de navidad: nueve días de reflexión y preparación para recibir al niño Jesús en los hogares.

Durante estos nueve días se realizan varias oraciones, cantos y compromisos para el crecimiento espiritual, en referencia a los 9 meses de embarazo de la Virgen María. La Novena de Navidad comienza a rezarse desde hoy, para rezar la última al llegar al día 24, la fecha en que Jesús nacerá.

En los hogares samarios creyentes en la fe católica, empresas y parroquias de la ciudad se inicia desde hoy el rezo de la Novena de Aguinaldos, con la cual se preparan el corazón y la mente para recibir espiritualmente al Niño Jesús.

Historia de la Novena de la Navidad

El autor de la Novena de Navidad fue el místico y lingüista ecuatoriano Fernando de Jesús Larrea, OFM, nacido en Quito, Ecuador, en 1700 y fallecido en Cali el 3 de noviembre 1773. Vistió el hábito franciscano a los 16 años en el convento de la Recolección de San Diego de Quito. Una vez ordenado sacerdote en 1725, se dedicó a la enseñanza de la filosofía y de la teología. Inauguró su carrera de predicador de misiones populares en 1732, con ocasión de las fiestas de Quito en honor de la Virgen del Quinche. En 1742 se dedicó a predicar en misiones populares en el Valle del Cauca, Cundinamarca, Boyacá, Santander y Tolima; pero su obra más importante fue la fundación del Colegio de Misiones de San Joaquín de Cali, en 1757.

Además de la célebre Novena, el Padre Larrea es señalado como el autor del vocabulario de la lengua general de los indios del Putumayo y Caquetá.

Junto con el carisma de misionero y predicador ejercitado por muchas regiones de Colombia, fray Fernando de Jesús tuvo el de la dirección espiritual, y aquí comienza la trama de nuestra historia acerca de la Novena, pues una de sus dirigidas fue doña María Clemencia Gertrudis de Jesús Cayzedo Vélez Ladrón de Guevara de Aróstegui y Escota, con quien el fraile mantuvo una constante comunicación escrita desde 1762. Esta mujer advirtió la urgente necesidad de educación que tenía la juventud femenina en Bogotá y la falta de maestras capacitadas para tal oficio. Así, solicitó la asesoría de la Compañía de María, fundada por Santa Juana de Lestonnac en 1607. Después de superar las dificultades propias de una nueva idea social de la educación, y mediante cédula real de Carlos III, se aprobó la fundación del Monasterio-Colegio de la Enseñanza, realizada el 23 de abril de 1783.

Reflexión

El padre de la parroquia San Luis Beltrán y Santa Ana, Moisés García, reflexionó: “La navidad es tiempo para encontrarnos, dialogar y compartir. Es el tiempo de caminar juntos hacía Belén y encontrarnos con Jesús que nace para salvarnos, que en medio de las dificultades encontremos a Jesús que nace para dar la salvación a la humanidad, teniendo en cuenta el momento que vivimos en la iglesia, el Sínodo de la sinodalidad que es caminar juntos y que esta navidad caminemos juntos al templo parroquial para celebrar la Eucaristía y la novena, que caminemos juntos a los sectores y a los barrios de la parroquia. Rezar la novena de navidad en familia es Cristo el que nace porque tenemos el acontecimiento más grande de nuestra fe como cristianos católicos. Celebrar la navidad, es celebrar que Jesús nace para salvarnos, que Jesús se hace hombre, es Dios hecho hombre, por eso el nombre Emmanuel, esto quiere decir Dios con nosotros”.

Primer Día de la Novena de Navidad

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo (3 veces).

Oración a la Santísima Virgen María

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas de mi alma y de la de todos los que en este tiempo hagan esta novena, para el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima madre! comunícame algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le agradaste tu para que nos hagas menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.
(Se reza tres veces el Ave María)

Oración a San José

¡Oh Santísimo José! Esposo de María y padre putativo de Jesús. Infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Te ruego por el amor que le tuviste al divino niño, me abraces en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén. (Se reza el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria al Padre)

Oración al niño Jesús

Acuérdate ¡Oh dulcísimo Niño Jesús! que dijiste a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: "Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y nada te será negado".

Llenos de confianza en Ti ¡Oh Jesús, que eres la misma verdad! venimos a exponerte toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.

Concédenos, por los méritos infinitos de tu Encarnación y de tu infancia, la gracia, de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a ti ¡Oh Niño omnipotente! seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza, y de que, en virtud de tu divina promesa, acogerás y despacharás favorablemente nuestra súplica. Amén.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo (3 veces).

Gozos

Dulce Jesús mío, mi Niño adorado, ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto! ¡Oh Sapiencia suma del Dios soberano, que a infantil alcance te rebajas sacro! ¡Oh Niño divino, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Oh, Adonaí potente que a Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos!, Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte brazo.

¡Oh raíz sagrada de Jesé que en lo alto presentas al orbe tu fragante nardo! ¡Dulcísimo Niño que has sido llamado lirio de los valles, bella flor del campo!
¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas del regio palacio! ¡Sácanos, oh Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado!
¡Oh lumbre de oriente, ¡Sol de eternos rayos, que, entre las tinieblas, tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios.

Espejo sin mancha, Santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano. Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño da al mísero, amparo.

Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño. ¡Niño que apacientas, con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso!
¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven, ¡hermoso Niño, ven, Dios humanado! ¡luce, hermosa estrella! ¡brota, flor del campo!
Ven, que ya María, previene sus brazos, do su Niño vean en tiempo cercano. Ven, que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario.

¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano!
¡Ve ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! Bese ya tus manos. Prosternado en tierra te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto.

¡Ven, Salvador nuestro, por quien suspiramos; ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!




Más Noticias de esta sección

Publicidad