¡No los dejaba ni comer!
En aquel tiempo, Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer.
Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".
Reflexión: Luchemos constantemente en dar cabida al Misteiro de Dios en nuestra vida. Volvamos a la belleza de estos misterios que nos han dado tanta gracia. Que nuestra mente y corazón, a ejemplo de los santos, se llenen de la inmensa alegría al traer el recuerdo de tan alta bondad de Dios