Los vestigios y las enseñanzas de Fray Tomás Ortiz aún se conservan entre la población de la Aldea Grande, como en otrora se conocía al municipio de Ciénaga. Esta afirmación se basa en los preceptos y las celebraciones religiosas que se viven durante cada Semana Santa en Ciénaga.
Este legado religioso, cultural e histórico data de 1538, época desde la cual la población empezó a ser catequizada y se estableció la iglesia basándose en los principios católicos.
La devoción de los cienagueros es significativa, lo que se evidencia en las eucaristías de las iglesias San Juan Bautista y Sagrado Corazón de Jesús, principalmente en la época de Semana Santa.
La iglesia San Juan Bautista es una construcción con influencia arquitectónica española ubicada en la Plaza del Centenario, se convierte en un escenario de congregación y celebración de los actos litúrgicos de los católicos durante cada Semana Santa, quienes en romerías se vinculan a la conmemoración del sacrificio, muerte y resurrección de Jesucristo.
La iglesia Sagrado Corazón de Jesús también es centro de diversas actividades religiosas, sociales y comunitarias, donde además de recibir las orientaciones católicas se desarrollan labores humanitarias en pro de la comunidad de Ciénaga.
Esta municipalidad también se asocia a la celebración del Corpus Christi, la fiesta de la Iglesia católica que celebra la Eucaristía, proclamando la fe de los católicos en la presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento. Esta celebración se cumple 60 días después del Domingo de Resurrección.
La influencia cultural, la relevancia de los temas religiosos y la inclusión de Ciénaga en la Red de Pueblos Patrimonios, son algunos aspectos significativos para que muchos turistas nacionales e internacionales y los magdalenenses consideren que esta municipalidad es una de las más representativas de la Región Caribe y se convierta en un lugar propicio para pasar la Semana Santa.
Un poco de historia
La Parroquia San Juan Bautista fue edificada en 1612 por solicitud de los indígenas de la Ciénaga a los representantes de la corona española. La financiación de la obra contó con aportes del gobierno ibérico y la mano de obra de los nativos. En este templo los indígenas recibían su catequización.
En 1768 fue remodelada, se le construyó la torre actual, se ampliaron las naves laterales y ejecutaron otras obras.
