Con la participación entusiasta de más de 8,000 danzantes, el Carnaval del Suroccidente se erigió como un vibrante escenario donde la tradición, la cultura y la protesta social convergieron en un desfile magistral.
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El desfile fue más que una exhibición de coloridos trajes y movimientos sincronizados; fue un poderoso medio de expresión que llevó consigo mensajes culturales y sociales. Cada paso, cada danza, se convirtió en un lienzo vivo donde los participantes transmitieron la riqueza de la tradición arraigada en el Suroccidente y, al mismo tiempo, levantaron sus voces para abordar temas sociales apremiantes.