Sobre los impuestos y la competitividad

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En estos momentos, cuando se discute la aprobación o no de la Ley de Financiamiento en sesiones conjuntas de Cámara y Senado, vale la pena realizar un análisis sobre la relación que existe entre impuestos y competitividad.

Comencemos por definir el concepto de competitividad, El Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés) lo define como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”. Por su parte la productividad es una medida que calcula cuántos bienes se pueden producir teniendo en cuenta los factores utilizados durante un período determinado que puede ser una semana, un mes o un año. Cuando hablamos de factores nos referimos al capital utilizado, los costos de producción, trabajadores, tiempo empleado, etc.

Pero, ¿cómo se mide la competitividad? El Foro mide la competitividad evaluando a las economías de los países teniendo en cuenta 3 pilares: 1. “Requisitos básicos”, compuesto por instituciones públicas y privadas, salud y educación, infraestructura y entorno macroeconómico. 2. “Potenciadores de eficiencia” lo componen los mercados financieros, mercados de bienes y laborales; capacitación y educación superior, la preparación tecnológica que mide la capacidad de las economías para la transición a otras más avanzadas, basadas en el conocimiento. 3. “La innovación y sofisticación” que lo integran la innovación comercial (áreas de clase mundial, establecimientos de investigación y gobiernos que apoyan en gran medida la innovación).

El ranking del Foro Económico Mundial ubica a Colombia en el puesto 60 entre 140 paises, el cual es liderado por los Estados Unidos de América seguido de Singapur y Alemania, economía que ocupa el tercer puesto en el mundo. Chile es el país latinoamericano con mejor ubicación dentro del ranking en el puesto 33, seguido por México en el puesto 46.

El mejor posicionamiento de Chile en la región, se debe en gran medida a la seguridad que brinda a la inversión extranjera directa (IED) convirtiendo al país austral en un destino atractivo para inversionistas de todo el mundo. El mercado chileno estimula la apertura comercial y la libre competencia; así mismo sus industrias tradicionales como la vinícola, pesquera, agropecuaria y minera se encuentran bien soportadas adoptando estrategias innovadoras y sustentables que garantizan un desarrollo dinámico y consistente.

Además Chile, cuenta con un clima institucional transparente, estabilidad macroeconómica  y como si fuera poco, las proyecciones del Fondo Monetario Internacional estiman el crecimiento de su economía en un 4% para el 2019. Chile cobra un impuesto empresarial del 27% para los inversionistas que deseen instalarse en su territorio.

En Colombia, el componente impositivo para las empresas es alto; impuesto al patrimonio, el IVA, el 4 por mil, la renta presuntiva, el ICA, predial, etc; generan una carga para el empresario aproximada al 68% de sus utilidades, determinante éste que incide directamente en la decisión de los inversionistas de instalarse en el país o de ensanchar sus negocios, para los que ya se encuentran en nuestro territorio. Es cierto que existen otras variables que inciden en el nivel de competitividad de un país, como son: el comportamiento de la tasa de cambio, el costo del crédito, la calidad de la infraestructura vial o su ausencia; la asistencia técnica para los pequeños empresarios y la transparencia de las instituciones, sólo para mencionar algunas.

Pero es innegable que el impacto de los altos impuestos es la principal preocupación para los inversionistas, la reforma fiscal (ley de financiamiento) debe brindar confianza en el sentido de ser una verdadera reforma que baje sus cargas y evitar que los empresarios marchen hacia mercados más atractivos.

En materia tributaria, el presidente Duque debe cumplir sus promesas de campaña a los empresarios, de lo contrario atentaría contra la generación de empleo afectando de esta forma la demanda. Y una menor demanda no favorece la competitividad.



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