Beirut (EFE) - En la avenida donde disfrutaban de sus bebidas en las terrazas libaneses y extranjeros, el bullicio ha pasado del ocio a la emergencia en la decena de carpas levantadas por ONG para dar atención médica o comida o repartir ropa en ausencia del Gobierno tras la gran explosión que asoló la capital.
Allí Hassan Saghir atiende voluntariamente a toda aquella persona que llega. Especializado en heridas de guerra, el libanés afirma a Efe que hay “muchos heridos que llegan” desde la explosión de cerca de 3.000 toneladas de nitrato de amonio almacenado en el puerto y “muchos nuevos”, que han sufrido lesiones por los cristales o los escombros por el derrumbe de los edificios.