Médicos y literatura

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Acertó el galeno catalán José de Letamendi cuando afirmó: “el médico que sólo sabe de medicina, ni de medicina sabe”; agregaría que esto es aplicable a toda profesión; el holismo debe guiarlas. La formación académica de antaño era mucho más humanista; la tecnología sobrepasó a la bellísima medicina clínica, a la exigente ciencia de la deducción, ese precioso ejercicio intelectual en el que cada palabra, gesto o hallazgo iba desenredando la madeja de la incertidumbre hasta dar certeramente con los agobiantes males de los pacientes, para proponer entonces fórmulas magistrales que sanaban sus agobiantes dolencias; medicina pura y dura. Las agobiantes exigencias actuales marchitaron la indispensable relación médico-paciente; productividad, rendimiento y otras palabras antes extrañas se transformaron ahora en jerga profesional. El cronómetro es sádico metrónomo y la precarización laboral de muchísimos profesionales de la salud les restó tiempo para la familia y otras actividades distintas a trabajar, trabajar y trabajar para obtener un sustento razonable.

Poco tiempo atrás era habitual en muchos médicos, además de practicar la beneficencia, dedicarse a oficios y actividades que enaltecen el espíritu: las bellas artes: música, literatura, poesía, escultura o fotografía los engalanaban. Otros dedicaban su tiempo libre (sí, lo había) a la agricultura, ganadería, jardinería, coleccionismo, lectura, viajes, ajedrez, pesca, deportes y un sinfín de desarrollos personales admirables y reconocidos, así la rentabilidad (más jerga) fuera poca o nula; se acataba entonces al anatomista y patólogo barcelonés Letamendi. Claro está: aun cuando ahora no es imposible, antes era menos complicado. No por ello se sientan eximidos, jóvenes galenos.

Célebre fue el vasco Pío Baroja; médico formado en Madrid; solo ejerció el año rural, pasó a dirigir una panadería familiar y de ahí a la literatura. De estudiante frecuentaba tertulias literarias cimentando su amor por las letras; la sociedad perdió a un médico, pero el género narrativo ganó un brillante literato. Un joven médico nacido en Larache, Marruecos español, seguía los pasos de Pío Baroja; Luis Martín-Santos, graduado en la Universidad de Salamanca y especializado en psiquiatría, se va a ejercer en Gipuzkoa. Dirigía el hospital psiquiátrico, producía ciencia, y escribía poemas y relatos. Su primera novela, “Tiempo de silencio”, lo lanza a la fama; trata la obra de un joven médico que malvive como investigador científico.

Otro escritor que nunca ejerció la medicina a pesar de haberse graduado fue Michael Crichton, también antropólogo y etnólogo; este estadounidense firmaba como John Lange. Novelista de misterio y ciencia, tenía gran precisión científica y documental. Crítico del progreso científico descontrolado, produjo un best seller mundial: “Parque Jurásico”. Fue también el productor de la serie televisiva “Sala de Emergencias”. Oliver Sacks, británico, fue neurólogo, investigador y escritor. Hacia 1969 inició el tratamiento experimental con levodopa a pacientes con secuelas de encefalitis; el resultado inicial fue prometedor, pero paulatinamente perdió efecto. Su novela “Despertares” trata este episodio.

Las mujeres no se quedan atrás: valiente, la doctora Nawal El Saadawi, desafió al mundo árabe luchando por los derechos y la emancipación femenina. Se graduó como médica en El Cairo, se especializó en psiquiatría, y se incorporó al Ministerio de Sanidad, de donde fue expulsada, después perseguida y obligada al exilio en Estados Unidos; allí se graduó en salud pública. Es autora de más de 50 libros, traducidos a 30 idiomas.

Colombia también presenta a destacadas mujeres escritoras; Patricia Bonilla Torschmidt, patóloga, literata y entusiasta de la sociología, hace bastante tiempo escribe cuentos y poesía con mucho éxito desde sus primeras publicaciones. Recientemente obtuvo uno de los 50 premios concedidos por el Concurso Internacional Cometa 2023 por su estupendo relato “No hubo tiempo para pensar”; su profesión se ve plasmada en el cuento y su vida en la poesía. Ahora nos ofrece el bello poemario “Como en un día cualquiera”, recién salido de la imprenta, todavía caliente y oloroso a tinta. Dice la autora que la memoria de las sensaciones, colores, imágenes y sonidos están plasmadas en la obra. Le auguramos muchos éxitos.



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