La triple interrogante de la existencia (2)

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La segunda interrogante, es una pregunta prescriptiva, afirma el doctor en teología Tony Mifsud, porque entra en el campo del deber ser…un ¿qué debo hacer? La vida está llena de alternativas y de opciones. En cada decisión uno se define frente a sí mismo y frente a los demás. No hablamos aquí de decisiones sobre gustos o simples opiniones sino de aquellas situaciones que exigen una autodefinición, vale decir, porque la decisión tomada tiene consecuencias en la vida de uno y en la de los demás”.

En términos de Kant, la respuesta a la pregunta ¿qué debo hacer? consiste en la acción realizada por deber, la cual se realiza obedeciendo a principios, y no tiene nada que ver con aquello a lo que yo tiendo naturalmente y que deseo conseguir, la cual está condicionada, depende de lo que yo quiero realizar, y esto no ocurre, con las acciones que realizamos por deber.

Luis Eduardo Hoyos, profesor de la Nacional señala que “no siempre el deber se opone a la inclinación natural...cuando quiero y debo irme a casa a preparar mi clase, por ejemplo. Si decido no tomar más cerveza, sino que voy a casa porque mañana no quiero quedar mal con mis estudiantes, ya que me interesa cuidar mi reputación, no diremos que esa acción fue causada por deber, sino más bien por interés, aunque al tiempo conforme al deber. No es que este mal hacer cosas conforme al deber, y no propiamente por deber, lo que ocurre es que lo realizado conforme al deber, puede ser evaluado como bueno, pero nunca como irrestrictamente bueno”.

“Entre la pregunta por la identidad personal y la interrogante por el imperativo, existe una estrecha relación, y de doble vía… el ¿qué debo hacer? procede del ser, pero también ilumina el ser…porque a mayor claridad sobre la propia identidad mejor conocimiento sobre la actuación debida, pero también en la medida en que uno se comparta como es debido aprenderá más sobre su propia identidad. De manera que las decisiones importantes en nuestra vida nos van configurando de una manera determinada… después de cada decisión se consolida o se cambia el rumbo de la propia vida”, señala el teólogo.

En consecuencia, si mi comportamiento en una situación decisiva de mi vida, es una actuación debida, vale decir, coherente con mi identidad personal, es una decisión que me autodefine porque consolida el rumbo de la propia existencia, pero también trae consecuencias sobre la familia, hijos y nietos…porque al verme vivir comprometido y con el cuidado de ajustar mi conducta a lo que digo…ese modelamiento coherente deja una huella significativa…que se constituye en materia prima sobre la cual los hijos y nietos van construyendo su propia vida, la cual se convertirá en parte de su historia de vida adulta. Por tanto, nuestra existencia ha quedado marcada por aquellas personas que son significativas en la vida de uno, y el curso de la propia vida no se comprende sin ellas, pero, a la vez nuestra vida deja marcada a nuestra descendencia.

Pero, si mi comportamiento en una situación decisiva mi vida, no es una actuación debida, vale decir, incoherente con mi identidad personal, es una decisión que también me autodefine porque cambia el rumbo de la propia vida en términos de descenso, alejamiento de la mejor versión de sí mismo o mediocridad, e igualmente trae consecuencias sobre su descendencia, porque al verlo vivir sin el cuidado de ajustar su conducta a lo que dice…ese modelamiento incoherente deja una huella significativa… que se constituye en materia prima sobre la cual los hijos y nietos van construyendo su propia vida, y que se convertirá en parte de su libro de vida.



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