Alguien está mintiendo

Columnas de Opinión
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Hay una expresión famosa atribuida al exprimer ministro de Reino Unido, Benjamín Disraeli, que dice que hay tres tipos de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas.

En Colombia se ha vuelto costumbre ver a nuestra clase dirigente salir a decir simplezas con base en falsas estadísticas que lesionan y crean incertidumbre en la inversiones públicas privadas, lesionando el normal desarrollo económico del país. Lo peor de todo, es que no hay quien les haga un juicio de responsabilidad.

El ejemplo más reciente sobre este tipo de situación lo pude ver la semana pasada en el desolado Congreso de la Sociedad de Agricultores de Colombia, celebrado en Bogotá. Allí se anunció un crecimiento del 3.5% del PIB agropecuario en el 2011, cuando en los últimos tres años, ha sido negativo: -0.4/2008, -1.1/2009 y -0.2/2010. De dónde caramba va a salir que se ha reducido enormemente la producción de los principales cultivos como el café, arroz, palma, maíz, algodón, cacao, flores y banano. Ni que hablar, de la ganadería, la piscicultura y la reforestación.

Otra cifra que me dejó bastante preocupado -que sería bueno que la Contraloría y la Procuraduría General de la República investigaran-, es la ejecución de los 445.000 millones de pesos que el Gobierno Nacional supuestamente ha realizado en ayudas y subsidios a los productores afectados por el invierno.

Según las quejas de las familias campesinas del sur del Atlántico, Córdoba y Cesar, a la mayoría de ellos el Banco Agrario no les ha aprobado el arreglo de sus deudas y mucho menos las solicitudes de nuevos créditos que presentaron a principio de año.

Este grave problema, obedeció a que el Ministerio de Agricultura firmó un jugoso contrato con la Corporación Colombia Internacional para que estructurara o planificara las solicitudes de créditos de los campesinos afectados por la ola invernal y las radicara ante el Banco Agrario para agilizar su aprobación. Como siempre suele suceder en estas contrataciones públicas, parece ser, que les olvidó elaborar la viabilidad ambiental de los proyectos, -requisito exigido por la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario y Finagro- y los créditos quedaron congelados. Como no han resuelto el problema entre ellos, los campesinos se quedaron con el pecado y sin la gracia.

Con las estadísticas de los siniestros al sector pasa algo parecido. Al presidente Santos -que le recomiendo revisar en adelante las cifras, para que no le hagan meter las de caminar-, le dijeron que había un millón 100 mil hectáreas afectadas por el invierno, -el 28% del total del área sembrada en el país-, el ahogamiento de 160 mil bovinos y el desplazamiento de 2 millones de reses a otras regiones. ¿Cómo habrán hecho para conseguir los cien mil camiones que se necesitarían para transportar las dos millones de ganados?

Por otra parte, para recuperar la actividad productiva del millón de hectárea, se necesitarían 2.2 billones de pesos y según las estadísticas del Gobierno, el Ministerio de Agricultura solo ha comprometido 445 mil millones, que equivale a un 20% del total de los recursos que se requieren para volver productivas estas tierras.

Con todo el respeto y aprecio que le tengo al presidente Santos, el potencial productivo agropecuario no puede estar en marcha con estas estadísticas y muchos menos, con esta pobre y desordenada gestión institucional.