¿Cuál será mi próximo pensamiento?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


Se dice que un ser humano puede tener durante el día hasta 70.000 pensamientos. Pero la mayoría son negativos, del pasado, del futuro y repetitivos.

Es muy extraño como hacemos para conducir o como peatones cruzar la avenida atestada de vehículos con la cabeza llena de pensamientos que siempre son una conversación de nosotros con nuestra propia mente.

Por lo general tenemos una rápida serie de pensamientos que hacen parte de esos constantes 70 mil que tenemos al día que nos llevan como autómatas a levantar la mirada, pero sin lograr ver pues estamos enfrascados en ese susurro constante que producen en nuestra mente.

Cuando nos ocurre que nos encontramos con amigos, compañeros de trabajo o familiares y no los determínanos pues vamos sumidos con la mente apoderada de nosotros. O, estamos en una conversación con alguien y de pronto: ¿Qué fue lo que dijiste? ¿Me puedes repetir? O, nos presentan a una persona que nos dice su nombre completo pero a los 2 o 3 minutos dentro de la conversación ya no sabemos su nombre, son claros inducíos que estamos presentes de cuerpo pero nuestra mente nos tiene lejos: en el pasado o en el futuro. Igualmente, donde pongamos la mirada, todo lo que observemos, nos produce pensamiento. En síntesis, no vemos con los ojos, lo hacemos con la mente.

El pensamiento constante en nuestra mente es un proceso que se volvió tan habitual que hace que nos identifiquemos o creamos que esa es nuestra esencia. Pero es lo contrario, nuestra verdadera naturaleza es ser pero sin esos constantes pensamientos. Somos verdaderamente humanos cuando estamos libres de pensamiento. Solo así podemos disfrutar el momento, amar verdaderamente, sentir la vida e ir por ella sin herir a nuestros semejantes.

Puesto que el origen de todo suele encontrarse en los grandes sabios que desde la antigüedad descubrieron que el comienzo de nuestra propia destrucción estaba en la mente parlanchina.
En efecto, desde hace miles de años en las enseñanzas del hinduismo esa transformación mental se conoce como iluminación. En las enseñanzas de Jesús como la salvación. En el budismo como el final del sufrimiento y por otros grandes líderes como liberación y despertar.

Mientras tanto, a muchos seres humanos -por cualquier circunstancia- se les puede parar la mente por 6 o 10 segundos y por lo tanto alcanzar o sentir una gran paz interior. Por ejemplo, en la iglesia lo pueden conseguir a raíz de una concentración mental durante la oración, la predica o por la música que tocan con considerables altos decibeles.

Entonces puede esa persona concluir con mucho júbilo que “ésta si es mi verdadera religión o mi verdadera iglesia porque acá sentí algo muy grande dentro de mí”. Resulta que no es por nada de lo anterior: sienten esa tranquilidad es porque lograron parar la mente -sin darse cuenta- y al hacerlo les produce esa paz interior que sienten.

No olvidemos que la mente humana es tan poderosa cuando no la controlamos que hace que atentemos contra nuestra propia integridad: a muchos los ha llevado al suicidio. Entonces, la mente con esos miles de pensamientos constantes es la culpable de todos nuestros males, enfermedades, guerras. Además, la culpable de violaciones sexuales, asesinatos, masacres, violencia, miedo, locura, deseo de poder y codicia. Todo es mental, todo arranca en el ser humano cuando la mente se le ha apoderado y lo tiene a su merced.

En todo caso, como el origen de este escrito tiene su procedencia en la biblia, es inevitable que me refiera al Génesis -uno de los cinco libros del Pentateuco- atribuido a Moises: “y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra y que todo designio de los pensamientos de ellos era de continuo solamente el mal. Y, Se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra y le dolió en su corazón”.
Como le debe estar doliendo ahora.