Autocrítica o inexorable declive

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Rafael Nieto Loaiza

Rafael Nieto Loaiza

Columna: Opinión

e-mail: rafaelnietoloaiza@yahoo.com

Twitter: @RafaNietoLoaiza


“Asumo toda la responsabilidad”, sobre el resultado de las elecciones regionales para el Centro Democrático, dijo el presidente Uribe.

No la tiene. De hecho, sin su esfuerzo descomunal el resultado pudo haber sido peor. El día mismo de las elecciones había reconocido la derrota. Algunos, más papistas que el papa, y el Gobierno, sostienen que se ganó porque ahora se obtuvieron cuatro gobernaciones y en el 2015 solo una. Es verdad. Antes se ganó Casanare y ahora Amazonas, Casanare, Vaupés y Vichada. Y porque de 56 alcaldías se subió a 121. Cierto también.

Pero, primero, es un error hacer el análisis comparando con el 2015. El punto de referencia debe ser el 2018, hace apenas 15 meses, donde el CD eligió el mayor número de parlamentarios y Presidente.

Después, aunque haber ganado esos departamentos tiene mérito, el CD perdió en todos los grandes, perdió en todas las ciudades capitales y en la mayoría de las ciudades intermedias. Y se perdió en Medellín, bastión uribista, aunque ahí la responsabilidad mayor la tenga la inexplicable decisión de mantener la candidatura de Santiago Gómez.  

¿Motivos de la derrota? Varios: 1) se que incomoda a muchos que lo diga, la impopularidad del Gobierno. Aunque sea injusta, y sinceramente creo que lo es en su mayoría, esa calificación impacta necesariamente al partido de gobierno. Si le va bien a Duque le va bien al CD. Y al revés. 2) la erosión de la imagen del presidente Uribe, afectada tanto por la calificación del gobierno (se cobra el “Duque es el de Uribe” y su papel de defensor de la gestión gubernamental) como por los ataques sistemáticos a su reputación desde los medios y del sistema judicial. 3) la permanencia en los cargos de representación territorial de un buen número de funcionarios santistas: da la imagen de que no ha habido cambio, no permite que los uribistas ocupen posiciones de poder, hace vulnerable a los líderes regionales del partido a las críticas de la base que, en una expectativa legítima, esperaban participar del gobierno, genera frustración, y, no deja de ser paradójico, fortalece a los partidos de la unidad santista que perdieron la Presidencia pero no la burocracia ni el control presupuestal. 4) ciertas acciones de gobierno que afectan a la base del partido como, por ejemplo, el borrador de resolución sobre el aborto, la demora en crear la zona económica especial en Norte de Santander, la política cafetera o la escogencia de reemplazos de la misma entraña de los gobernadores suspendidos. 5) la dificultad enorme para un partido joven como el CD, con una débil estructura regional y municipal, para encontrar candidatos serios y competitivos. 6) los sistemas de escogencia de candidatos y, en especial, el uso de encuestas abiertas con muestras que privilegian a los externos sobre la militancia. Al final, son los terceros, no los uribistas, quienes escogen a los candidatos. 7) la demora en la definición de los candidatos. Empiezan tarde sus campañas y tienen muy difícil hacer alianzas porque las cartas muchas veces ya están repartidas.

Hay además unas causas de aún mayor profundidad que ameritan profundas reflexiones adicionales pero que se pueden enunciar: 8) el CD está perdiendo a los jóvenes, en todas las regiones y estratos. Hay que sintonizarse con sus lenguajes y preocupaciones; 9) el CD no puede perder su discurso de seguridad, pero debe elaborar mejor su propuesta socioeconómica y mostrar que su modelo de capitalismo social es el único que puede responder de manera sostenible a las necesidades de las poblaciones más vulnerables; 10) finalmente, debe reconocer que es, por encima de cualquier otra consideración, un partido de opinión y que, por tanto, es en su propuesta programática donde está su vocación y su mayor fortaleza.

Por cierto, en política sostener, como han hecho algunos, que no se pierde lo que no se tiene es una tontería. Pierden todos los que no ganan. Y pierden más, incluso de manera mucho más grave, quienes no reconocen la derrota. La autocrítica es indispensable para progresar. Ver los errores, aprender las lecciones, corregir y retomar la ruta de la victoria es lo que le corresponde al CD si quiere mantener su vocación de poder y, en especial, estar preparado para la dificilísima batalla del 2022.