La hora del Biodiesel

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Primero fue Medellín, ahora le tocó el turno a Bogotá y seguramente mañana será para Cali, Barranquilla, Bucaramanga u otra ciudad capital del país, donde tendrá que decretarse la emergencia ambiental por la alta contaminación del aire que producen los vehículos pesados y el transporte masivo que usa diésel.

Lo más lamentable de estas emergencias ambientales, es que las autoridades locales siguen creyendo que el problema de contaminación del aire se resuelve aplicando medidas restrictivas como el pico y placa vehicular. Claramente, esos son paños de agua tibia para un problema que, según cifras oficiales, representa el 75% de los costos totales en la salud de los colombianos y produce más de 17.000 muertes al año.

Para contrarrestar este gravísimo problema y contribuir a la mejora del medio ambiente, es importante que el gobierno Nacional y los alcaldes de las ciudades capitales comprenda que la manera más rápida y económica para mejorar la calidad del aire en las ciudades es incrementando del 10% al 20% la mezcla del biodiesel de palma, tal como quedó establecido en el Documento Conpes 3510 de 2008. Con esta medida, los expertos calculan una reducción de 3.3 millones de toneladas CO2 al año, equivalente a sembrar 500.000 hectáreas de bosques.

Tengo entendido que el presidente Duque, ha dado instrucciones claras a sus ministros para que evalúen dicha propuesta de Fedebiocombustibles y actúen rápidamente frente a estos graves problemas ambientales y de salud pública. Las ganancias para el Estado y los colombianos son enormes. Un reciente estudio elaborado por la Universidad de Antioquia, demuestra que esta medida puede lograr reducir en un 38% la emisión de material particulado, un 65% la opacidad del smog y un 44% las emisiones de hidrocarburos y otro del Banco Mundial, habla de un ahorro de 230 millones de dólares en costos en salud pública en seis años, por el uso de biocombustibles.

Otro impacto importante que tiene esta medida es el fomento de la inversión productiva, la generación de empleo rural, la sustitución de cultivos ilícitos y la reactivación de la economía licita en corredores geográficos que antes eran ocupados por la guerrilla y el narcotráfico. En los últimos 10 años, la producción de biodiesel jalonó inversiones superiores a los USD 3.000 millones en nuevas siembras de palma de aceite, plantas extractoras y plantas de biodiesel, trayendo desarrollo económico y social en sitios críticos como el Magdalena Medio, la región del Catatumbo en Norte de Santander, Tumaco en Nariño, el Norte y Sur de Bolívar, Mapiripán en el Meta y Urabá en Antioquia. Hoy, más de 340.000 personas derivan su sustento de la agroindustria de los biocombustibles.

Señores alcaldes y ministros del despacho, ahí están 537.000 hectáreas de palma sembradas por 5.200 pequeños y medianos palmicultores, que representan una producción anual de 1.2 millones de toneladas de biodiesel que ayudarían rápidamente a resolver este gravísimo problema de contaminación del aire y de salud pública en las principales ciudades del país. La decisión está en sus manos.

En el tintero. Lamento mucho la poca visión y falta de creatividad de quienes elaboraron las propuestas de fomento para el sector agropecuario en el PND 2018-2022.



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