Malas señales

Columnas de Opinión
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Cuando uno examina las políticas agrícolas de la Unión Europea (UE), Estados Unidos o Brasil, para citar algunos casos, vemos que están diseñadas para proteger y apoyar a sus agricultores para que puedan garantizar la seguridad alimentaria de sus poblaciones.

 

En la UE, por ejemplo, de un presupuesto de 145.000 millones de euros para el 2015, destinaron el 41.6% de esos recursos, para modernizar las explotaciones de 12 millones de agricultores y ganaderos (de tiempo completo) con el fin de que sus negocios fueran más competitivos y proteger sus rentas y su mercado, ante cualquier desestabilización por factores de cambio climático o precios de mercado.

En Colombia, sucede todo lo contrario. Esta semana el Congreso de la República y el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, en vez de apoyar el programa de modernización de 6 millones de productores del campo para comenzar a sustituir las 10 millones de toneladas de alimentos que estamos importando anualmente y promover las exportaciones de aquellos productos que tienen un enorme potencial en los mercados externos, lo que hicieron fue reducir el presupuesto del sector agropecuario en 1.5 billones de pesos para el año 2016. De 3.9 lo bajaron a 2.4 billones de pesos para el año entrante.

Con este mísero presupuesto, es muy fregado desarrollar el campo colombiano. Para ponerlos en contexto, voy a citarle un solo ejemplo. Si en Colombia quisiéramos sustituir los 3.6 millones de toneladas de maíz amarillo que importa la industria avícola anualmente para producir 12.000 millones de huevos y 1.4 millones de toneladas de pollos, necesitaríamos sembrar "competitivamente" unas 500 mil nuevas hectáreas.

Para que esto suceda, el Estado debe garantizar por lo menos 1 billón de pesos en inversiones para canales y distritos de riego, vías de comunicación, modernización de maquinaria agrícola, infraestructura de transformación y almacenamiento de alimentos, transferencia de tecnologías y conocimientos, formalización de la propiedad rural y seguros agrarios. Es la única manera, de producir el maíz más barato o al mismo precio, que lo producen en Estados Unidos, Ecuador o Brasil.

De igual manera, habría que hacer estas inversiones en los otros subsectores afectados por los Tratados de Libre Comercio, que están inundando nuestro mercados con azúcar, leche, carnes, aceites, frutas, legumbres y cereales más baratos que los producidos por nuestros campesinos y empresarios del campo en condiciones inequitativas. Por ello existen los necesarios instrumentos de protección arancelaria y de estabilización de precios.

Son las únicas herramientas que tienen nuestros productores del campo, para defenderse de los excesivos subsidios que reciben los productores que entran a nuestro país con precios más baratos, que generalmente no favorecen a los hogares colombianos, sino, a los que transforman y comercializan los productos finales. Ahí está el claro ejemplo de lo que está sucediendo con el azúcar. Terminaron favoreciendo a la industria y no al consumidor. O que alguien me diga si bajaron los precios de la Coca Cola y el pan Bimbo.

Mientras en Colombia no reduzcamos el "costo país" a los productores del campo e incentivemos con verdaderos presupuestos de ayudas la modernización del sector rural, nunca no vamos a ser competitivos. Es hora que comiencen a dar buenas y no, malas señales.

En el tintero: Increíble que el Dane haya entregado los resultados del Censo Agropecuario a los medios y no al Ministerio de Agricultura y al DNP, los responsables de la política agraria en Colombia.

Twitter: @indadangond