El Morro y la 'casa de las 14 ventanas' fueron sedes de la cárcel de Santa Marta

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La evolución carcelaria, se remonta desde el siglo XV, época de los aborígenes, en la que solo comunidades desarrolladas como los Chibchas mostraban una legislación civil y penal de gran influencia moral para su época. Pena de muerte al homicida, vergüenza pública al cobarde, tortura al ladrón; no fue frecuente la privación de libertad y su aplicación no tuvo como criterio el castigo.

En la época de la Conquista, se impusieron las leyes del conquistador: delitos, guarda de presos, tormentos, penas y perdones. El Establecimiento de Reclusión se consideraba como un sitio previo a la ejecución o un castigo para la población española o criolla. El nativo no disponía de libertad por su carácter de vasallo.

En la época de la colonia se aplicó la confiscación, multa y prisión así como medidas eclesiásticas relacionadas con abjuración, represión, suspensión de órdenes y las penitencias.

Para el cumplimiento de las penas se utilizaron las famosas mazmorras, presidios de Cartagena y Tunja; las cárceles de la Real Cárcel, la Cárcel del Divorcio, la de Zipaquirá, Santafé, hasta el legendario Morro de nuestra Bahía de Santa Marta fue utilizado según historiadores como prisión por el régimen español.

En la época de la Independencia con el objeto de contribuir al Estado-Nación se importaron modelos penitenciarios franceses y españoles. El estatuto político del territorio colombiano contemplaba la abolición de la tortura, se autoriza a coartar la libertad del ciudadano y se prohíbe el ingreso a la cárcel de quien no sea legalmente conducido a ella.

Al final del siglo XIX, la cárcel de Santa Marta se ubicaba donde hoy funciona el colegio 'Hugo J. Bermúdez', conocido popularmente en ese entonces como 'Las 14 ventanas', esta edificación estaba destinada inicialmente para un colegio de artes y oficios. Ante el crecimiento urbano y el aumento de la población reclusa, en el año 1952, bajo el gobierno de Laureano Gómez, se inicia la construcción en la Calle 24 con Carrera 17 del Centro de Reclusión de Santa Marta, que se denominó Rodrigo de Bastidas", hoy, 'Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y Carcelario de Santa Marta' nivel entregado por Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario Inpec.

En el año 57, durante el Gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla, habiendo culminado la construcción, se reubica la Cárcel de Varones allí, dejando la Reclusión de Mujeres en la Calle 19, en un pabellón especial con entrada independiente al Colegio 'Hugo J. Bermúdez' ; posteriormente debido a una solicitud del Ministerio de Educación a la administración de la época en la que manifestaban que el centro de readaptación de mujeres representaba un peligro para la integridad física y mental de los jóvenes que se educaban en el mencionado centro educativo, las reclusas fueron trasladadas a la Calle 10C No.4 - 15, en una edificación contigua a la Inspección Central de Policía, conocida popularmente como Inspección Norte.

El crecimiento de la población carcelaria femenina obligó a las autoridades penitenciarias a realizar un nuevo traslado en el año 87 esta vez, a un pabellón anexo a la Cárcel de Varones, en donde se encuentra en la actualidad.

Estupefacientes pan de cada día

Un negocio de "finca raíz" de 7.600 millones de pesos anuales es robusto. Lo insólito es que la "finca" es del Estado y quienes la "ordeñan" lo hacen en el marco de la ilegalidad. Esa suma compite con el microtráfico por el primer lugar dentro del ranquin de las fortunas ilegales que se amasan en la cárcel.

"Pepe", quien fue recluso de la penitenciaria de Santa Marta recuerda que en esa época se podían mover semanalmente en cada uno de los 10 patios del orden de 3 millones de pesos por la venta de drogas.

Un abogado penalista, destaca que 40 de cada 100 presos consumen marihuana.

El 'pucho' o 'bareto' normal es de 4 gramos, pero en la cárcel se adelgaza o estiliza hasta un gramo, para que rinda más. Un cálculo conservador, porque asume que los reclusos solo se "traban" una vez al día, indica que a diario se estarían consumiendo 1 kilo de marihuana.

Armas

Una granada cuesta un millón y medio de pesos en promedio; un revólver, entre dos y tres y los cuchillos son elaborados en forma artesanal, armas que circulan a escondidas de los guardias.

Internos con pocos o sin familiares y amigos venden el cupo de sus visitas. Otros los usan para ingresar prostitutas, o "taxis", que cobran 20 y hasta 50 mil. Un expresidiario asegura haber visto "taxis" de $10 mil y refinadas prepagos, a mitad de semana, de catálogo y tarifa de $500.000, para disfrute de "los más duros".

"Licor de la casa"

El licor que se consume en la cárcel se llama "Chambé". El litro vale $20 mil. Se fermenta con levadura y azúcar por 8 días, se pone al fuego y se destila el alcohol. Algunos lo anizan, a gusto del comprador. En tiempo normal el cuarto se vende a $8 mil o $10 mil y el litro a $30 mil; pero en diciembre sube a $80 mil.

Celulares

El minuto vale 500 pesos. Para montar un negocio se debe pagar $250 mil por un Nokia 1110, darle al "pasillero" $40 mil por la "legalizada", para que le permitan tenerlo.

Un abogado penalista afirma que un BlackBerry de última generación puede costar $1 millón o más, "Suena elevado, pero es que hay tarifas según el marrano".

Pagadiario

Se presta dinero al 20 por ciento diario y se consignan los pagos en un Efecty. Un interno maneja un enfriador con todo y candado. Cobra $1.000 por todo alimento que allí se mete.

"El falseo"

Los primeros internos en desayunar lo hacen a las 5:00 a.m. y a la 1:30 p.m. están cenando. El que quiere dormir más y bañarse sin tanta gente alrededor puede pagar para que no lo cuenten. A eso le llaman "falseo" y cuesta entre $150 y $ 200 mil mensuales.

"Secuestros"

A personas de buenos recursos les cobran tarifas para dejarlos recibir a sus visitas de fin de semana.

El Morro y la 'casa de las 14 ventanas' fueron sedes de la cárcel

El principal centro de reclusión del Magdalena, está catalogado por el Inpec como una penitenciaria; es decir, lugar donde los reclusos que son condenados pagan las penas impuestas por un Juez de la República, y a la vez funciona como cárcel albergando a personas que aun están sindicadas de varios delitos, sin que su situación jurídica haya sido definida.

Al referirnos al Establecimiento Penitenciario de Mediana Seguridad y carcelario de Santa Marta como el principal centro de reclusión del departamento, hacemos claridad que en el Magdalena funcionan dos cárceles más, una en Ciénaga y otra en El Banco.

La Cárcel Municipal de Ciénaga Magdalena, funcionaba en una casona vieja ubicada en la calle 7 entre carreras 10 y 11, hoy Palacio de Justicia de esa municipalidad; luego en el año 72 tomó el nombre de Cárcel del Circuito Judicial de Ciénaga Magdalena y contaba con cuatro pabellones, tres de hombres y uno para mujeres. Por no contar con las medidas necesarias de seguridad eran frecuentes las fugas de internos; para esa época habían aumentado las capturas por hurto y comenzaba el narcotráfico.

En el año 71 el municipio de Ciénaga realizó la compra de un lote llamado 'El Rodeo' incluyendo sus mejoras y anexidades, ubicado en la calle 18 con carrera 24, edificación que un año después cedió al Ministerio de Justicia.

Después de 28 años el Ministerio de Justicia mediante Decreto 2160 de 1992 de la Presidencia de la República inauguró el centro de reclusión solo para hombres y las mujeres internas fueron trasladadas a Santa Marta. Desde ese momento quedó sin reclusión de mujeres.

Este centro penitenciario en la actualidad cuenta con 13 Dragoneantes, incluyendo una mujer, uno con funciones de pagador, 2 en servicios especiales y un inspector.

Problemáticas

"Cambuches" de élite, por los que se pagan hasta 12 millones de pesos. Extorsiones "virtuales", que el miedo de las víctimas traduce en consignaciones reales de dinero.

Ocurre en las penitenciarías. Sobre todo en las que la explosión de reclusos crea un mercado pulpito para que pelechen rentas ilegales, controladas por jefes de patio que imponen su ley, garantizan un "orden social" y llenan sus bolsillos. ¿Acaso 2 guardianes en el día y uno en la noche pueden ser la legítima y real autoridad en pabellones de 300 o más presos?

¿Qué necesita?, le preguntan los "muchachos" al recién llegado, que previamente ha debido hacer alguna gestión con el "jefe" para asegurar que lo pongan en "un buen lugar", si es que ese concepto cabe en una prisión. "Hay patios buenos y malos", anota un expresidiario que estuvo más de nueve meses en la cárcel de Santa Marta. Para llegar a un buen patio se debe pagar entre 3 y 7 millones de pesos, dentro de una celda, con televisión, parabólica y hasta licorera, si quiere.

Fuentes de la Personería de Santa Marta, resaltan que en una celda se pueden acomodar desde una persona, hasta 7, Organizaciones No Gubernamentales hablan hasta de 10.

Tener un espacio con cama, televisor, espejo y dvd vale entre 6 y 8 millones de pesos". A quien no le alcance, y quiera pernoctar en la celda, le toca sacar entre $30.000 y $40.000 diarios. El "arriendo" es oneroso porque de hacerse a diario significaría, al mes, un pago de un millón de pesos.

Una opción más "módica" es un zarzo, dentro de la misma celda, con cama y televisor, que se "compra" por $800 mil o un millón de pesos. Cada centímetro cuadrado se hace rendir al máximo. En los pasillos se arman cuadros de madera, "con plancha", en los que cabe una colchoneta. Los llaman "busetas" y cuestan un millón quinientos mil pesos.

Al que apenas le da para poner la colchoneta en el piso, también debe pagar entre $5.000 y $10.000 diarios. Son gratis las hamacas que, armadas con sábanas, se cuelgan en los pasillos, pero si alguien quiere alquilarla debe sacar $15 mil diarios. Lavamanos, pocetas, duchas, sanitarios también se vuelven dormitorios. El primer llegado es el primer servido, un privilegio que cuesta $6 mil semanales. Quienes se arriman tarde, les toca dormir acurrucados o como estatuas.

Lo que dice la Defensoría

A pesar de que en todas las cárceles del país existe hacinamiento, la de Santa Marta está entre las que más internos tiene, junto a las de Cartagena y La Guajira.

Las cárceles por su naturaleza permanecen sobrepobladas. Existen índices que permiten su funcionamiento, y esta cifra está entre el 20 y 30%; sin embargo, el promedio de hacinamiento nacional está en 54%. Alarmantemente, en Santa Marta es 242%; en Cartagena asciende a 110%, y en La Guajira a 400%. A esto se le suma que hay 16 cárceles cerradas total o parcialmente en el país.

Estos datos, los dio a conocer Jorge Armando Otálora, Defensor del Pueblo, durante su visita a Santa Marta. Expresó que 'nunca en nuestro país una cárcel estaba cerrada; esto es un hecho histórico, que evidencia la gravedad de la situación y por eso le pido al Gobierno Nacional que dimensione la problemática que se está viviendo".

A pesar de la grave situación de hacinamiento en el establecimiento carcelario, Otálora se mostró particularmente preocupado por las problemáticas de suministro de alimentos y prestación de servicios de salud a internos en este centro penitenciario.