SANTA MARTA RUMBO A LOS 500 AÑOS
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En Colombia, se percibe un aroma cada vez más intenso de autoritarismo emanando de la Administración nacional. El presidente y sus funcionarios más cercanos parecen moverse no por un compromiso con la democracia y la pluralidad, sino motivados por una dictadura de la ideología. Viven encerrados en un mundo de convicciones cuasi religiosas, cerrados al diálogo y a la disensión constructiva, lo que plantea serias preguntas sobre la dirección que está tomando nuestro país.
La singularidad que todos poseemos, se conjuga a través de la interioridad vivencial y de la intencionalidad expuesta, a través de la voluntad, modulando y modelando un hálito reintegrador de pulsos y mente, de forma activa, para la reconstrucción de nuevas rutas. Nada permanece, todo está sometido al avance social, lo que requiere de cierta audacia para llegar a buen puerto. Todo esto nos exige transitar en comunión, con innovación imborrable y con una mirada atenta; ya que puede abarcar, desde la expresión artística hasta la resolución de problemas en un contexto socioeconómico.
Cuando se habla de la literatura hispanoamericana actual, pocas veces se menciona a los precursores de ese movimiento que produjo sus frutos con Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez. Esos cuatro escritores tienen su sitio asegurado en el llamado “Boom literario latinoamericano”. Pero detrás de la gloria de estos autores encontramos a otros cultores de las letras en América, con tantos o mayores méritos, aunque sus obras no hayan alcanzado el reconocimiento que en realidad merecen.
Cada vez se crean más puestos de trabajo (aproximadamente uno de cada cuatro) en el ámbito de las tecnologías y de la digitalización, y aunque el número de mujeres en esos sectores ha aumentado durante las últimas décadas, su representación en puestos de dirección y de liderazgo es muy reducido y se ha estancado.