SANTA MARTA RUMBO A LOS 500 AÑOS
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El domingo pasado se disputó la final del fútbol argentino, en la que midieron fuerzas dos equipos históricos del sur: Estudiantes de La Plata y Vélez Sarsfield. La diosa Victoria sonrió a la primera de las dos escuadras, que contó con un par de colombianos, y que, es de notar, disfruta incluso hoy de una reputación por aquí. Nombres como los de Juan Ramón Verón y Osvaldo Zubeldía son familiares para los que invocan el espíritu combativo de esa escuela de Estudiantes, que en 1969 participó en la final mundial de clubes más violenta de que se tenga memoria, ante el AC Milán. Uno de los que más habría celebrado el último título, con ser otro padre fundador de dicha mística, es Carlos Bilardo, cuyos recuerdos cincuentenarios ahora un padecimiento neurológico quizás ha borrado del todo.
En el mundo empresarial, donde la reputación y la confianza se alzan como pilares fundamentales para el éxito, la lucha contra la desinformación se torna en una batalla de primordial importancia. Los chismes, esos susurros que se deslizan entre pasillos y oficinas, pueden tornarse en armas letales para erosionar la imagen de una organización, generar incertidumbre entre sus colaboradores y clientes, y en última instancia, afectar negativamente su desempeño.
¿El rey de todo el mundo? ¿Cómo se les hará entender que la corrupción es una práctica que acaba con la confianza de la ciudadanía en sus líderes y además debilita la democracia? Cuando altos funcionarios están involucrados en prácticas corruptas, pierde peso la legitimidad del sistema político y se pone en riesgo la estabilidad del país. Hay que predicar con el ejemplo.
Aunque no compareció personalmente a la Fiscalía, Olmedo López, directo responsable del entramado de corrupción por el robo de recursos de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres, Ungrd, sigue sacudiendo los cimientos del gobierno nacional y hasta del mismo pueblo colombiano, del que salió una consejera presidencial, también involucrada, y al partido Alianza Verde, del que renunciaron los exalcaldes de Bogotá, Claudia López y Antanas Mockus, dos de sus figuras más reconocidas.