La visita presidencial

Editorial
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El presidente colombiano Juan Manuel Santos visita hoy a su homólogo estadounidense Donald Trump en la Casa Blanca, tras una invitación de Washington centrada en la lucha contra el narcotráfico, la crisis en Venezuela y el posconflicto entre el gobierno y la guerrilla colombiana. Los colombianos están a la expectativa de este encuentro que es posterior al realizado entre   los ex presidentes Alvaro Uribe Vélez y Andrés Pastrana Arango, con Trump, hace un mes en  el club privado del mandatario estadounidense, Mar-a-Lago, en West Palm Beach, Florida.


Por su parte Santos llegará a Estados Unidos para intentar mantener la ayuda de un aliado clave en la lucha contra el tráfico de drogas en un momento en que las plantaciones de coca están más extendidas que nunca desde el año 2000 y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc, ultiman el abandono de las armas tras el acuerdo de paz sellado a fines del año pasado. Se espera que durante su visita, Santos, se  reúna con el vicepresidente Mike Pence y con representantes del Congreso, institución que aprobó hace unas semanas una ayuda a Colombia por 450 millones de dólares.

Santos es muy positivo con respecto a su encuentro con su colega ya que el ambiente en Estados Unidos frente a Colombia, es muy positivo y se demostró hace unos días con la aprobación de la propuesta que había hecho el gobierno anterior para financiar Paz Colombia, a pesar de llegar en un momento en que la atención en Estados Unidos está centrada en las revelaciones de posibles filtraciones de inteligencia de Trump a Rusia y el despido del director del FBI, James Comey, quien supervisaba la pesquisa de la agencia sobre Rusia.

Previo al viaje, y a sabiendas de las criticas que recibirá Santos recorrió varias zonas cocaleras del país para lanzar programas de sustitución de cultivos ilícitos y tratar de dar forma a su empeño de erradicar 100.000 hectáreas de coca este año; el gobierno prevé que esos programas reemplacen unas 50.000 hectáreas con sembradíos de plátano y arroz, entre otros, mientras que la otra mitad serán erradicadas de manera forzada por la fuerza pública. La ayuda estadounidense dependerá en gran medida de la habilidad del presidente colombiano para demostrar su compromiso en eliminar los cultivos ilícitos, que aumentaron este año 18% hasta alcanzar 188.000 hectáreas según un informe de la Casa Blanca, tema que preocupa a mucha gente en Washington, tanto a republicanos como a demócratas.

La seguridad en el país es, sin embargo, uno de los aspectos más delicados del posconflicto y la Onu ha reiterado su preocupación por los asesinatos de líderes sociales en zonas tradicionalmente controladas por las Farc y actualmente sometidas a luchas de poder de otros grupos armados ilegales.

Otro enfoque que recibe la invitación oficial de la Casa Blanca es  la preocupación de Estados Unidos por la erosión democrática de Venezuela, donde la oposición lleva casi dos meses de protestas continuadas y los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad han dejado decenas de muertos.

Es importante la conversación que puedan tener los dos presidentes sobre la región y obviamente esa temática incluye a Venezuela, debido a que los países vecinos como Argentina, Bolivia, Brasil, Perú, Colombia o Chile pueden diseñar alternativas que le ayuden a Venezuela a avanzar y reducir los elementos violentos.


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