La paz, aunque imperfecta

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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


La situación marcada por el proceso de paz tras el acuerdo con las Farc, nos invita a profundizar en la comprensión de los conflictos armados, la violencia en sus diversas formas y la búsqueda de una paz sostenible que no ha llegado.

En ese sentido, la idea de que los colombianos vivamos en paz resalta una realidad fundamental: la paz no es un estado absoluto, sino un proceso gradual y multifacético. Esta noción es importante, ya que reconoce que incluso en un territorio donde se ha alcanzado un acuerdo de paz, pueden persistir elementos de conflicto y violencia.

En segundo lugar, el análisis del conflicto y la violencia revela una complejidad inherente. Un conflicto se define como la oposición de objetivos entre dos o más grupos, y es esencial para el cambio social. Sin embargo, La violencia, —según el académico noruego Johan Galtung— se manifiesta en tres formas distintas: directa, estructural y cultural. La directa es visible y física, como los homicidios y los insultos. La estructural es más insidiosa, presente en las desigualdades sociales que niegan derechos y necesidades básicas. La cultural, que incluye el racismo y el machismo, legitima y perpetúa las otras formas de violencia. Estas categorías nos ayudan a entender que la violencia va más allá de los actos físicos, arraigándose en las estructuras y normas de la sociedad.

Mientras tanto, el concepto de conflicto armado merece una atención especial. Para ser clasificado como tal, considero que debe tener una naturaleza política y superar la capacidad de las fuerzas policiales, requiriendo la intervención de las fuerzas armadas. Este criterio distingue los conflictos armados de la violencia criminal y es crucial para entender la complejidad del panorama colombiano.

En cuanto a la paz, la distinción entre paz negativa y paz positiva es fundamental. La negativa se refiere a la ausencia de violencia directa, mientras que la positiva implica la ausencia de todas las formas de violencia, incluyendo las estructurales y culturales. Aunque alcanzar una paz positiva es un desafío monumental, es un objetivo necesario para una sociedad justa y equitativa.

Por todo lo anterior, los esfuerzos del presidente Gustavo Petro, aunque, está extendiendo el ámbito de aplicación de los estudios de paz y conflictos a situaciones que no necesariamente califican como conflictos armados, pero comparten ciertas características, como la violencia urbana o el crimen organizado; merecen un apoyo incondicional. Su enfoque en abordar no solo la violencia directa, sino también las raíces estructurales y culturales del conflicto, representa un paso significativo hacia la construcción de una paz integral y duradera. Esto es esencial para superar las desigualdades y exclusiones que han marcado la historia del país.

En síntesis, la búsqueda de la paz es un proceso complejo y multifacético que demanda un enfoque integral. Estoy convencido que la estrategia del presidente Petro, que se enfoca en la paz total es un paso adelante en la dirección correcta. A pesar de los desafíos, es esencial para lograr una paz verdadera y duradera, que no solo cese el fuego, sino que también siente las bases para una sociedad más justa e inclusiva. La experiencia de Colombia es un reflejo de un proceso de transformación social y política que tiene implicaciones globales, demostrando que cada paso hacia la paz, por pequeño que sea, es un avance hacia un mundo más pacífico y humano.

Para concluir, a pesar de los desafíos y las imperfecciones inherentes a nuestro proceso de paz, su búsqueda sigue siendo un imperativo ético. El origen de los conflictos armados radica no tanto en la carencia de recursos materiales, sino en la ausencia de satisfacción de necesidades fundamentales no materiales como la identidad, la seguridad y la justicia. Estos elementos, al ser esenciales e irrenunciables, cuando se ven comprometidos, dan pie a conflictos. Es a esto a lo que se debe apuntar el señor presidente Petro empezando por nuestra paquidérmica y lenta justicia.

Mahatma Gandhi siempre afirmó: no hay camino para la paz, la paz es el camino.