Montería, la Perla del Sinú

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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


En Colombia, entre sus joyas, se encuentra Montería, una ciudad de gente alegre que alberga historias y secretos que despiertan la curiosidad de cualquier alma viajera.

Fundada por Antonio de la Torre y Miranda en 1777,  nació de la perseverancia y la visión de las comunidades indígenas. Su nombre original, San Jerónimo de Buenavista, es un canto a la historia, un recordatorio de cómo las actividades y la cultura de un lugar pueden moldear su identidad. Sus festividades y eventos culturales son ventanas al alma del turista ya que desde la Feria Nacional Ganadera hasta el Festival del Dulce, cada celebración es un espejo de su rica herencia cultural. Así mismo, la figura de José María Córdova, un héroe de la independencia colombiana, en cuyo honor tomó el nombre el Departamento de la que es su capital. 

Pero, también enfrenta desafíos, como su crecimiento unidireccional a lo largo de una sola orilla del río Sinú. Solo dos puentes vehiculares conectan la ciudad a través de este río serpenteante. La construcción de más puentes podría abrir nuevas posibilidades, permitiendo que la ciudad se expanda hacia la otra orilla y tejiendo nuevas historias en su tapiz urbano.

Sin embargo, en este contexto de progreso, no podemos pasar por alto una problemática crítica: el elevado costo de los pasajes aéreos en Colombia. En una nación que aspira a transformarse de una economía basada en hidrocarburos a un destino turístico de primer orden, es paradójico y contraproducente que el acceso a sus maravillas sea un lujo inalcanzable para muchos. Los altos precios de los tiquetes no solo limitan la movilidad de sus habitantes, sino que también ponen un freno a la llegada de turistas ansiosos por descubrir los encantos de lugares como Montería.

Adicionalmente, todo se ve empañado por la realidad de las carreteras en Colombia. Un viaje que en óptimas condiciones y en otros países se realizaría en cuatro horas, se convierte en una odisea de nueve o diez horas debido al mal estado de las vías. Esta situación no solo afecta la vida cotidiana de los colombianos, sino que también pone freno al desarrollo turístico y económico. En un territorio donde los Tratados de Libre comercio proliferan, es esencial contar con una infraestructura vial que permita a los viajeros explorar sus maravillas con seguridad y a los exportadores hacerlo con facilidad. 

En este contexto, la reactivación del sistema ferroviario emerge como una solución prometedora no solo para el transporte de carga, sino también para pasajeros, reviviendo la época dorada de los ferrocarriles. Los trenes podrían aliviar significativamente la congestión en las carreteras, sacando de ellas los camiones y tractomulas que a menudo son la causa de largos retrasos. Esto no solo mejoraría la eficiencia del transporte de mercancías, sino que también abriría una nueva vena para el turismo.

En síntesis, los trenes ofrecen una forma única y encantadora de viajar, permitiendo a los pasajeros sumergirse en el paisaje cambiante de Colombia, desde las montañas hasta las costas, a través de valles y ciudades, todo ello mientras se desplazan cómodamente. Esta opción de viaje podría atraer a un segmento completamente nuevo de turistas: aquellos que buscan una experiencia más relajada y contemplativa, que quieren ver el país desde una perspectiva diferente.

Para concluir, mientras la ciudad sigue tejiendo su fascinante historia de progreso y cultura, es importante abordar el problema del estado de las vías en Colombia, además, el precio de los tiquetes aéreos que puso nuevamente a los colombianos a viajar en bus por pésimas carreteras. En ese sentido, la revitalización de los ferrocarriles no solo facilitaría el acceso a joyas como Montería, sino que también contribuiría significativamente al crecimiento del producto interno bruto. Es hora de que viajemos en tren hacia el futuro, asegurando que sus tesoros naturales y culturales sean accesibles para todos, y que el viaje sea tan enriquecedor como el destino mismo. 

PD: Montería, la Perla del Sinú, es un maravilloso lugar para vivir.



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