Las solanáceas, una familia versátil

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



        ¿Qué sería de la vida sin las solanáceas? Reúne 98 géneros y más de 2700 especies repartidas por todo el planeta, con excepción de la Antártida; en hábitats diversos muestran diferentes morfologías y ecologías. Centro y Suramérica poseen la mayoría de las especies, que se presentan de variadas formas: herbáceas, arbustos, árboles o lianas. Pueden ser inodoras, aromáticas o fétidas. Aparentemente disímiles, pertenecen a la familia plantas como el tabaco, el lulo y la uchuva, la okra (quimbombó, candia), el tomate, el tomatillo, los pimientos, la berenjena y la papa. Los frutos de las solanáceas son bayas o cápsulas principalmente, pero también drupas. Distintos alcaloides aparecen en algunos especímenes de esta estirpe vegetal; los alcaloides se caracterizan por presentar acción biológica en los animales, ser humano incluido.

Tóxicas algunas plantas de esa familia (belladona, mandrágora, estramonio, beleño o el borrachero), contribuyeron al desarrollo de la medicina; el beleño o “hierba de las brujas” fue el favorito de las brujas durante la Edad Media europea; era usado por curanderos y magos para preparar brebajes, filtros amorosos y ungüentos. Aparece mencionado en textos egipcios. Dioscórides escribió en 1651: “hazen enloquecer y engendrar sueños muy graves, por donde se tiene por peligroso usar dellas”. La atropina contenida en esa planta, la más popular de entonces, era utilizada en rituales por sus efectos alucinógenos; la inhalación del humo resultante de la quema de sus semillas producía la sensación de elevación. Quizás es el origen de la representación de brujas volando en escobas. La medicina moderna utiliza alcaloides derivados de las solanáceas; hioscina, atropina, escopolamina y hiosciamina, especialmente. Sirven como antiespasmódicos, para tratar problemas gastrointestinales, neuralgias y temblores por la enfermedad de Parkinson. La escopolamina de uso médico, además de la amnesia, reduce las náuseas y vómitos después de las cirugías, y para el mareo durante los viajes. Fue muy en la anestesiología hasta cuando en Colombia se criminalizaron estos y otros medicamentos utilísimos. Igual que la atropina, reduce la salivación. Usada criminalmente, la escopolamina intoxica profundamente, ocasionalmente con daños permanentes, o mata.

La mandrágora es la “planta mágica” más conocida en Europa; mencionada en los papiros de Eber, era utilizada para dar buena suerte, como afrodisíaco y para tratar de la infertilidad. Desde el siglo I se usó como sedante y anestésico. Plinio y Dioscórides lo aplicaban para las intervenciones quirúrgicas. La “spongia somnífera”, precursora de la anestesia inhalatoria, era una esponja marina que se empapaba de mandrágora, belladona y los jugos de otras plantas con efectos somníferos; posteriormente fue reemplazada como anestésico por el éter. También servía para tratar asma, artritis, inflamaciones o úlceras. Un manuscrito del siglo XII, “Antidotarium Nicolai” que circuló en Salerno (allí nació la primera facultad de medicina moderna, la Scuola Médica Salernitana), relacionaba 142 fórmulas de combinaciones de compuestos medicamentosos: la esponja somnífera incluye opio, beleño negro, cicuta, amapola, hiedra arbórea y mandrágora, entre otros componentes. La triarca, de muchas formulaciones, era el antídoto para toda clase de venenos y males como la epilepsia, peste o la tos con sangre.

La Cannabis sativa es usada desde la antigüedad; el uso psicotrópico inicia en la India, con una bebida llamada bhang, hecha con hojas de cannabis, leche, miel y especias. La primera referencia escrita aparece en China, en el libro Pen Tsao, una farmacopea escrita en 2727 AC, pero la evidencia demuestra su cultivo y uso 4500 años AC. Fue introducida al África en los siglos XV y XVI; los españoles la trajeron a América en el año 1545, más precisamente a Chile, según los registros históricos. En Occidente se usa principalmente fumada, como marihuana o hachís; los efectos alucinógenos se deben al THC (tetrahidrocanabinol).  Entre sus beneficios se cuenta el alivio del dolor, tratamiento del asma, alivio de nauseas o vómito y tratamiento del glaucoma, la ansiedad o el temblor del Parkinson. El alcaloide más útil es de cannabidiol (CBC), uno de los 80 alcaloides de la planta.



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