Un año de turbulencias

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Sin duda alguna el 2023, quedará marcado en la historia de la humanidad, como el año con las mayores dificultades para las naciones del mundo, en el manejo de la economía, los procesos migratorios, el cambio climático, los conflictos armados y el colapso de los valores éticos y morales, en la sociedad.

Colombia no fue ajena a estas turbulencias. La desaceleración de la economía en un contexto de alta inflación, políticas monetarias restrictivas, incremento de impuestos y tasas de interés, impactaron negativamente los sectores productivos del país y la billetera de los colombianos. El decrecimiento de los ingresos en las empresas, comercio y hogares, es bastante notorio. Hay un deterioro en la economía que está empobreciendo a los colombianos, restringiendo el crédito bancario y acelerando el deterioro de la cartera del sector financiero. El gobierno puede resolver esta grave situación, si frena la ola de alzas en impuestos; reduce fuertemente el déficit fiscal; establece un tope de salario mínimo moderado y ejecuta eficazmente el presupuesto de inversión pública, para fomentar la inversión privada en las locomotoras de los sectores minero energético, agropecuario, industrial, infraestructura vial, vivienda y turismo. Es una decisión política que solo depende del presidente y su gabinete ministerial.

También tuvimos muchas turbulencias, en la seguridad del país. Las negociaciones del gobierno con los grupos disidentes de las Farc y ELN, han sido un fracaso, lo que trajo como consecuencia el incremento de secuestros, extorsiones, asesinatos, masacres, invasiones y robos, en las principales zonas de producción agrícola e industrial del país. El Estado perdió el control del Cauca, Nariño, Chocó, Urabá, Catatumbo, Serranía del Perijá, Sur de Bolívar y los Llanos Orientales. La situación migratoria de los venezolanos y el tránsito de migrantes por el Darién, han empeorado el orden público y la economía ilícita del país. En el aeropuerto el Dorado de Bogotá, hay muchos helicópteros Black Hawk, parqueados en los hangares, cuando deberían estar operando desde las bases militares de esos corredores geográficos. Si el gobierno no retoma el control de estas zonas rápidamente, se verá afectada la producción de alimentos, la seguridad alimentaria de la población y la política de lucha contra los cultivos ilícitos y el narcotráfico.

Respecto al cambio climático, el país sigue sin una política efectiva en el control de la minería ilegal, la deforestación, uso razonable del recurso hídrico y de compensación ambiental por la emisión de gases por efecto invernadero. Hasta ahora solo hemos vistos anuncios y titulares de prensa de una transición energética que ha tenido más tropiezos que avances, porque se han concentrado más en como atajar desarrollo del sector minero energético, que en instituir una legislación sencilla con reglas claras ante las comunidades y un paquete de incentivos para fomentar rápidamente la inversión privada en proyectos de energía renovables como la solar y eólica.

Pero quizás la turbulencia más grande que hemos tenido en el 2023, es la pérdida de los valores éticos en la sociedad. En este país, se acabó el respeto hacia las leyes y autoridades, se legalizó la prostitución, el consumo de drogas y la corrupción política, sin anestesia.

Les deseos un maravilloso 2024.



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