Tropiezos al comercio exterior

Columnas de Opinión
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Cuando el gobierno colombiano decidió abrir las compuertas de la economía local al comercio internacional en 1.990, creó el Ministerio de Comercio (hoy, ministerio de Comercio, Industria y Turismo), Proexport (hoy, ProColombia) y Bancóldex, para fomentar e incentivar las exportaciones, pero se le olvidó adecuar al ICA y al INVIMA, para dicho propósito.

Desde la creación de toda esta estructura burocrática a la fecha, han pasado por la cartera de Comercio, Industria y Turismo, 26 ministros y más de 100 gerentes y presidentes de las entidades antes mencionadas. En estos 33 años de apertura económica, se lograron poner en marcha 18 Tratados de Libre Comercio (TLC), que en vez de lograr mayor progreso económico para el país, generaron mayor pobreza, desempleo y atraso en nuestras regiones. O ¿cómo explicar que después de tantos años de apertura económica, no hayamos sido capaces de exportar un solo kilo de papa, soya, arroz, maíz o carne, a los grandes mercados del mundo? ¿O acaso los TLC fueron creados para favorecer solamente a los sectores industriales?

Esta semana pudimos ver el más claro ejemplo. Mientras tuvimos que esperar 10 largos años, para conseguir que China, admitiera la importación de carne bovina colombiana, el ICA, acabó en una semana con las exportaciones de ganado en pie a los países de Medio Oriente, por presión de un sector industrial y un grupo de animalistas y veganos. El proyecto de resolución que radicó el ICA ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), propone aumentar el peso promedio de los novillos de 320 kg a 350 kg y reducir de 10.000 a 7.000 el número de bovinos por barco, lo cual hace inviable económicamente el negocio. Con ello, van a lograr unos 400 mil pequeños ganaderos, sean más pobres. Claramente, esto es un bloqueo técnico a las exportaciones. Mañana, por algún interés particular de una compañía global de los cafés o chocolates, harán lo mismo con las exportaciones de estos sectores productivos.

Claramente, la internacionalización de la economía ha sido un proceso que ha afectado muchos negocios de los sectores productivos, agrícola, ganadero y forestal. Por una parte, no se realizaron las inversiones que se requerían en bienes públicos rurales; no se simplificaron los trámites ni se redujeron los gravámenes, para bajar el “costo país” para mejorar la competitividad en la logística de las exportaciones. Y, Por otra parte, no se les dio el tiempo suficiente a los empresarios para prepararse y enfrentar la dura competencia que ofrece el mundo globalizado. Cuando entraron en vigencia los TLC con Estados Unidos, Unión Europea y la Alianza del Pacífico en el año 2012, los cogieron con los calzones abajo y les dieron una paliza de padre y señor mío. En estos diez años, según las cifras del Dane, pasamos de tener una balanza comercial positiva de US$ 4.023 millones, a una balanza comercial negativa de US$14.331 millones. Qué negocio tan chimbo el que impulsaron estos burócratas.

Ni que hablar de la tramitología y los largos procesos en el ICA, para importar una semilla o adoptar nuevas biotecnologías, para mejorar la rentabilidad de los agronegocios y ampliar la oferta exportable agrícola.