Carro eléctrico, ¿solución o problema?

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



La descarbonización busca proteger el medio ambiente; parte de la solución propuesta es el carro eléctrico; por ello, el Parlamento Europeo prohibió los motores de combustión para 2035. Pero los coches eléctricos no están exentos de serios problemas; su proceso de fabricación puede eliminar puestos de trabajo, y los elevados precios (en promedio, unos €10.000 más costosos que los vehículos convencionales equivalentes) reducirán las ventas, impidiéndoles a muchos ciudadanos el acceso a los automóviles. Los vehículos eléctricos consumen bastante energía, y producirla afecta al medio ambiente.

Actualmente existen posiciones encontradas entre los fabricantes de carros eléctricos y sus detractores. Según los defensores, la fabricación de un coche eléctrico genera 70% menos contaminación que uno igual a gasolina, pero los datos reales muestran otra cosa; producir un coche eléctrico emite 25 toneladas de CO2, mientras que uno a gasolina solo expele 14 toneladas. Los fabricantes afirman que la compensación viene porque los autos eléctricos no producen emisiones contaminantes durante su vida útil, 200.000 kilómetros (uno convencional dura unos 400.000 kilómetros). Sin embargo, la recarga de un vehículo eléctrico con una batería de 50 a 60 kWh causará una contaminación cercana a los 7 millones de toneladas de CO2 durante su vida útil. Para que exista una protección ambiental real, se requiere de energías renovables en todo el proceso de fabricación y mantenimiento; actualmente esto no es posible.

Un inconveniente serio es el destino final de las baterías de los autos eléctricos; el reciclaje de litio, aluminio, cobalto, níquel o magnesio es difícil; aún es materia pendiente. Es un proceso difícil y caro; además, hay sustancias no reciclables como los ácidos y otros tóxicos que corresponde almacenar; se requieren cementerios para esos materiales. El abastecimiento de litio es otro problema; su creciente producción genera mayor consumo de agua, bastante escasa por estos tiempos, cuya demanda también crece. La producción anual de litio llega a las 200.000 toneladas, suficiente para fabricar apenas 17 millones de carros, 21% de la producción anual total. En Estados Unidos provocaría escasez de agua, desplazamiento de poblaciones indígenas y destrucción de ecosistemas frágiles, según reveló un estudio de la Universidad de California Davis. Para cumplir con los planes de transición energética, Europa necesitará en 2030 hasta 18 veces más de litio del que se usa actualmente y, para 2050, esta cifra será 60 veces mayor. La descomunal utilización de agua en la minería del litio pone en riesgo el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5°C. El reciclaje de litio apenas alcanza el 5%.

En Noruega, el costo de la recarga eléctrica supera al del combustible; Francia y Suiza van por ese mismo camino. La red de gasolineras es eficiente y suficiente para cargar de gasolina todos los coches en rodamiento, no así la red de cargadores eléctricos: Europa cuenta con cerca de 15.000 puntos de recarga, y el tiempo promedio de carga para un vehículo eléctrico es de 2 horas; actualmente hay algo más de 3 millones de carros eléctricos en Europa; la eficiencia de la carga eléctrica todavía es pobre. Su seguridad está muy cuestionada; pesan 2,3 veces más que un coche convencional; la inercia en una colisión es, entonces, más del doble que la de uno a combustión. Incluso, algunos gobiernos consideran poner un impuesto al peso de los vehículos; en un choque frontal contra un muro, le va peor al eléctrico. Las aseguradoras estiman que estos causan un 50% más de accidentes; la elevada potencia, la desbordada aceleración y el peso enorme son factores riesgosos. Finalmente, los incendios de los coches eléctricos son más difíciles de controlar; el control de la combustión de las baterías de litio es más complejo y genera la llamada fuga térmica, con emisión de enormes cantidades de calor. Aún no se sabe cómo apagar eficientemente un incendio en estos coches. ¿Realmente representan el futuro del automóvil? No sabemos; mientras tanto, muchos fabricantes siguen buscando optimizar la eficiencia de los motores térmicos.



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