Los candados

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Técnicamente, son dispositivos metálicos de seguridad para resguardar puertas, ventanas o tapas, con mecanismos para abrirlos y cerrarlos, generalmente accionados por una llave; los hay de clave de números o letras, magnéticos o electrónicos, sencillos y complejos. Se representan como figuras geométricas: un arco acoplado a un rectángulo, un círculo o un corazón, abiertos o cerrados, tal como aparecen en informática. En el derecho existe una figura llamada candado, que sella cláusulas de proyectos de ley o de contratos Un estilo de barba también recibe ese nombre. Callar o guardar secretos es ponerle candado a la boca, representado con un gesto italiano. Su nombre deriva del latín: catenatum (encadenado: antiguamente se usaba acoplado a una cadena; encontramos la palabra cadnato en el idioma castellano hacia 1050; en el Cantar del Mío Cid aparece escrito como en la actualidad. El futbol italiano desarrolló un sistema táctico llamada catenaccio (cerrojo).

Son muy antiguos; desde unos 500 años AC se utilizaban en las rutas comerciales de Asia para evitar los robos. Su invento se atribuye a la China, dinastía Han del Este. También están en el Egipto antiguo, con figura de pez. Siria tuvo candados de inspiración griega. Tal como hoy, el castigo a los ladrones se aplicaba no por robar sino por dejarse sorprender. En la antigua Roma llamaron “será” a estos artefactos; hay algunos candados antiguos en el British Museum y en el Louvre. Han tenido sistemas relativamente sofisticados, pero los ladrones se apañaban para violarlos; en la Edad Media se desarrollaron cerraduras más confiables y se elaboraron con mucho arte, pero seguían siendo vulnerables.

El sueco Christopher Polhem diseña una cerradura ampliamente usada en la actualidad, que derivó en distintas patentes haciéndolos cada vez más confiables. Para 1877, la Universidad de Yale presentó un nuevo modelo; el candado se iba perfeccionando. Hacia 1920, Master Lock patenta el suyo, que sigue teniendo amplio uso, especialmente por su confiabilidad y menores costos de fabricación. Los hermanos Junkunc mejoraron la seguridad; los ladrones siempre buscaron maneras de violar sus mecanismos. Actualmente existen candados de seguridad con metales resistentes a la cizalla, corrosión o temperaturas extremas, y cerraduras muy complejas con llaves sofisticadas, difíciles de violar. Para evitar la introducción de ganzúas y otros elementos, se han desarrollado llaves magnéticas externas, claves electrónicas o apertura con huella digital; algunos traen alarma sonora y control remoto. Son innumerables los usos, configuraciones y niveles de seguridad. La elección de un buen candado depende de su aplicación, construcción y materiales, tamaño, forma y tipo de cerradura, entre otros criterios. 

Los candados son considerados símbolos de amor: las iniciales de dos personas en uno de estos objetos encarnan el amor eterno. En muchos lugares turísticos existe la curiosa costumbre de colocar candados en los puentes para representar el amor eterno. Creen algunos que esta tradición inicia en la ciudad rusa de Vrnjačka Banja, representando el amor fallido de una maestra y un soldado que debe ir al frente de batalla durante la Primera Guerra Mundial; el soldado rompió su compromiso, se enamoró y se quedó en Grecia. Otros sitúan el comienzo de esta costumbre por esa misma época en el Puente Milvio de Roma. Tal práctica que se reprodujo rápidamente en otras ciudades como Buenos Aires, Ottawa, Praga, Venecia o Nueva York. Se trata de cerrar el candado en el costado de un puente y arrojar la llave al río para que nunca se pueda abrir.

Muchos puentes alojan miles de candados, afectando su estructura; en el Puente de las Artes de París y otros los vienen retirando. De hecho, hay movimientos locales para detener esa costumbre, que aparece también en sitios poco turísticos como Boston, Helsinki o Lincolnshire, y en lugares inesperados como la Torre Eiffel. Otros consideran a esa metáfora como la antítesis del amor; cerrado, restrictivo y posesivo, como si el cariño se tratase de encadenar a otra persona. Al final, cada pareja puede expresarse como mejor lo considere.



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