Pensionarse sin jubilarse

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Hubo una secuela poco visible de la pandemia por Covid 19, especialmente en países desarrollados: muchas personas mayores regresaron al trabajo o continuaron en él, y muchos pensionados no se jubilaron.

Se invocan mesadas insuficientes, personas mayores sin pensión y pensionados que por simple salud mental persistieron en sus puestos de trabajo. El confinamiento se acompañó de una importante inflación con alza en los intereses bancarios; la posterior guerra en Ucrania encareció significativamente el precio de los alimentos. Se suman otros factores que golpearon duramente las economías caseras, afectando particularmente a las personas de la tercera edad quienes, además, gastan sumas importantes en medicamentos y otros elementos sanitarios.

En Estados Unidos, como en muchísimos países, numerosas personas en edad de jubilación prefieren seguir trabajando porque el costo de vida supera el monto de las mesadas. Un estudio realizado hace 2 años mostró que el número de trabajadores mayores de 75 años creció más del 50% entre 2010 y 2020, y se espera que duplique en esta década. Debido al incremento de la longevidad y un envejecimiento cada vez en mejores condiciones, se calcula que en Estados Unidos la población mayor de 65 años aumentará de 54 a 81millones de personas. Tal vez sea el único grupo etario que crecerá, con todas las implicaciones que representa. Por otro lado, actualmente solo un 35% de los estadounidenses entre 55 y 64 años podrá jubilarse. No es tan malo el panorama laboral si se considera que “la gran renuncia” (jóvenes que desertan de su trabajo masivamente) viene en alza y las empresas requieren trabajadores. Hasta cierto punto, los mayores llenan ese vacío.

Pero el relevo generacional será insuficiente para mantener cualquier sistema pensional. Muchos jóvenes no quieren trabajar igual a como lo hicieron sus padres; los gobiernos buscan soluciones para contrarrestar los efectos de ese fenómeno. Ante la reducción de cotizantes por diversas razones, se requiere la inyección de recursos públicos a los sistemas pensionales para compensar. En Europa los jóvenes se oponen a la jubilación por encima de los 67 años: prefieren completar el tiempo requerido para jubilarse, 36,5 años en promedio para los hombres y 27,6 para las mujeres (dato de España) y retirarse anticipadamente. Algunos países del norte de Europa prevén tiempos promedio de cotización superiores a los 40 años. Para que esto suceda, los jóvenes deben conseguir el primer empleo en edades laborales tempranas, pero es difícil; la media europea del desempleo entre los menores de 25 años llega a un 15%, mientras que en España se acera al 30%.

Para salvar las pensiones, se considera el aplazamiento voluntario de la jubilación hasta los 72 años; también, aumentar la cotización y reducir la mesada pensional. Pero esta es, casi siempre, el único ingreso de esas personas. Por su parte, las organizaciones sindicales no ven con buenos ojos tales proposiciones, que tampoco parecen caer bien entre los empresarios. Los gobiernos están preocupados por el incremento de la longevidad de las personas y la vida laboral útil. 

Se proponen fórmulas como la jubilación anticipada para trabajos riesgosos, penosos o tóxicos. La pérdida de productividad con la edad es un hecho, y las mediciones demuestran que, a partir de los 55 años, en determinados empleos decae continuamente; ampliar demasiado la edad de jubilación agravaría esa situación y las nuevas generaciones, con menor volumen demográfico, no podrán compensarla. Por el contrario, en los trabajos de mayor exigencia intelectual, las empresas consideran a la experiencia y el conocimiento de los más veteranos como activos valiosos, particularmente en asuntos como la gestión de proyectos. 

En busca de mayor productividad laboral y mermar los efectos de la gran renuncia, se viene modificando la carga laboral: semanas de 4 días, jornadas de 6 horas, teletrabajo o trabajo híbrido. Un reto es la capacitación de la plantilla para afrontar la automatización, la IA o la innovación. Panorama nada fácil que exige solución urgente entre los gobiernos, empresas, trabajadores y sociedad. Éxitos en esa tarea.