Puntos necesarios para un gran acuerdo nacional (III)

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



En cada familia hay toda clases de personas: viejos y jóvenes; hombres y mujeres; sanos y enfermos; cuerdos y locos; ricos y pobres; honestos y bribones, campesinos y citadinos. Artistas, comerciantes, emprendedores, desempleados, profesionales, operarios, oficinistas, artesanos, científicos, etc. Las sociedades se crean a partir de la interacción armónica entre muchas familias, y funcionan debidamente con reglas claras: constitución y leyes. La estructura social debe estar conformada por autoridades civiles y armadas; además, órganos de control. Las partes deben funcionar armoniosamente en beneficio de todos los ciudadanos. La economía y la infraestructura productiva son piezas centrales de las organizaciones sociales, y deben construirse según sus necesidades y posibilidades: un contrato social. Cuando hay distorsión de esa estructura y su funcionamiento se producen desequilibrios que afectan a muchos y benefician a pocos. Y cuando se mantienen los privilegios resultantes por fuera de las reglas, entramos al peligroso terreno de la corrupción. Y si, además, se apela a la violencia, pasamos a las dictaduras.

A pesar del espíritu renovador de la Constitución Política de 1991, en Colombia se generó una gran transformación por cuenta del neoliberalismo, la corrupción y la reelección presidencial, causando desequilibrios sociales profundos, más desigualdad, informalidad laboral, empobrecimiento, exclusión, etc. El modelo socioeconómico actual no es apto para sostener una economía mediocre ni desarrollar a nuestra empobrecida sociedad; los bienes productivos, la riqueza y el poder están en pocas manos. Para restaurar la integridad nacional se requiere promover una clase media grande con salarios dignos y buena capacidad de compra, que permitan mejorar la producción interna, el consumo y el recaudo tributario, tal como lo hicieron Alemania, Estados Unidos y Brasil para salir de las grandes crisis económicas. Acá, en contravía de la lógica económica, se destruye el empleo formal, la capacidad de consumo, el recaudo tributario, el ahorro y la pequeña empresa. La respuesta gubernamental es predecible y nociva: aumentar los impuestos y vender activos productivos. Cada vuelta de tuerca profundiza aún más los males del sistema, causando depauperación del ciudadano y descontento social, con catástrofes consecuentes como el actual paro nacional 

Urge revisar el sistema político imperante en Colombia. Acá no funcionó el neoliberalismo, y tampoco serán aplicables los fracasados modelos socialistas. La respuesta está en sistemas equilibrados, como la socialdemocracia europea. Hay mucho por aprender del estado de bienestar difundido en Europa, que propende por un equilibrio social, político y cultural bien cohesionado; bien pudiéramos organizar un estado de bienestar con democracia participativa. Según José Manuel Durão Barroso (expresidente de la Comisión Europea), ayudar a los necesitados no es un obstáculo para el desarrollo de una sociedad, sino indispensable. Las naciones con sistemas de protección más eficaces son las más prósperas y competitivas.

Si procuramos la prosperidad de nuestras familias, debemos anhelar el bienestar de toda la sociedad. Tenemos que transformarnos en una sociedad del conocimiento, como lo hicieron diversos países después de guerras asoladoras: Alemania, Italia, Inglaterra, Japón o Corea, por poner ejemplos. Mientras ello sucede, urge convertirnos nuevamente en despensa agrícola, además de potencia biotecnológica, apuntando también a las energías limpias. Hay que dejar el férreo centralismo involucrando a las regiones, tal como lo estipula la Constitución. La infraestructura es básica para la reactivación económica, generación de empleo y un desarrollo simétrico de las comarcas olvidadas; es perentorio el crecimiento agropecuario, desarrollo vial, servicios básicos, escuelas y hospitales. Debemos salir del agobiante neofeudalismo.

Puntos centrales son las políticas económica y fiscal, con profundas reformas políticas, judicial y tributaria. La banca debe poner de su parte, quitando onerosos e innecesarios cargos financieros. A cambio, el compromiso estatal de una política de empleo digno que incremente el uso de servicios bancarios a menor costo, para beneficio de todos; el bienestar general por encima de intereses individuales. De otro modo, nos enfrentaremos a un gran estallido social; Inclusive, una guerra civil. Como decía Gaitán: el hambre no tiene color político.