El valor del error y el fracaso

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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Conozco un proverbio que dice: “Los errores facultan al ser humano de experiencias únicas e inolvidables”.

Este axioma permite a los seres humanos corregir sus actuaciones a tiempo y ser mejor cada día; en otras palabras los errores y por tanto los fracasos son pruebas que confirman y dan validez a los testimonios de nuestro diario trasegar; reconocerlos con gallardía es propio de valientes, solo los que asumen tal compromiso son capaces de corregir sus destinos. Quienes así actúan, fácilmente pueden recuperar la credibilidad e incluso la legitimidad a una eventual decisión de testimonios de experiencias; factores que facilitan enderezar el rumbo de lo establecido.

Tienen mayor aceptación las propuestas presentadas por personas que les anteceden un destacado prestigio y una sobrada experiencia; frutos estos de los errores cometidos o de aciertos y desaciertos; dichos individuos tienen mayor relevancia que aquellos que nunca han errado. El fracaso superado es propio de titanes. De esta manera marcha y se concibe el proceso evolutivo de la sociedad que avanza de forma vertiginosa. Un ejemplo ilustrativo de esta contextualización se puede apreciar en el dialogo sostenido por una madre al afirmar: “ yo prefiero llevar mis hijos donde el doctor pepito paz, porque es experimentado y no donde el médico que atiende a los hijos del vecino que carece de experiencia”; o la interlocución de un panelista político que decía: “El exalcalde de Puerto Bonito es el mejor candidato para las próximas elecciones por su sobrada experiencia”, aunque detrás de él, existan candidatos jóvenes, pero desprovistos de conocimientos. A todas luces, estas afirmaciones del mundo real que he oído, expresan una gran verdad, ya que la experiencia está por encima de la improvisación; no quiere decir ello, que se le debe cerrar el paso a los jóvenes.

En cualquier lugar del universo encontramos fracasados y virtuosos; pero lo más importante es poder levantarse con esfuerzo y sacrificio, que nunca haber errado.  Estos ejemplos los traemos a colación para enmarcarnos en la próxima contienda electoral, donde deben llegar personas bien experimentadas o justas, no corruptas; lo primero conlleva a tener conocimientos suficientes para que no sea manipulado; lo segundo, el actuar correcto: comprende la valoración ética y principios morales que deben caracterizar a un buen candidato.  Actuar contrario a estos principios es la forma más burda de debilitar y desintegrar las normas sagradas de la democracia.  En otras palabras, quien visione una candidatura, debe al máximo garantizar el fortalecimiento de los buenos principios por encima de todo, proceda del partido que sea.  Así tendremos la absoluta certeza que el ungido será el norte para lograr la misión constitucional encomendada. Esta debe ser la formula esencial y fundamental para la escogencia de candidatos a corporaciones públicas; también para elecciones de rectores, secretarios de gabinetes… dotados de experiencia, entereza, honestidad y dignidad.

En síntesis, afirmamos que con abnegación, destreza e inteligencia, podemos impulsar el emprendimiento de la transformación y continuar con vertiginoso y ascendente ritmo, el logro de metas, apertrechadas en el indeclinable propósito de dar a la sociedad un contenido de servicio de carácter colectivo e integral, seleccionando siempre las mejores hojas de vida de aspirantes por sus méritos, virtudes y capacidades producto de la experiencia.



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