Los cambios en las imágenes que distinguen al escritor

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Una generación literaria es un conjunto de escritores vinculados por una serie de ideologías y de estilos en un periodo determinado, generalmente, de unos quince años. 

Yo me formé en un tiempo en que se cambiaba del teclado de la máquina de escribir al teclado del computador. Así mismo ví y experimenté la transición hacia el internet y la aparición de las redes, al principio llamadas locales o intranet, como se denominan hoy en día. Por último, la aparición de las redes sociales.

Tal vez por eso me considero uno de los primeros miembros de la generación de "los escritores cibernéticos" de esta era digital o virtual.

No obstante, yo alcancé a escribir por casi 10 años en máquinas de escribir. Recuerdo la primera vez que tuve una, de marca Silver. Era gris y el sonido que producían sus teclas se parecía al que ocasiona la lluvia cuando cae sobre la ropa mojada, opaco.

Con ella escribí mi primer relato, el cual publicaron en EL INFORMADOR, el único periódico que había en Santa Marta por el entonces, en 1980. Yo acababa de graduarme como bachiller en el glorioso Liceo Celedón.

En el 81, cuando entré a estudiar arquitectura en la CUC de la ciudad de Barranquilla, la dejé en casa y al regresar, un semestre después, porque abandoné la carrera por desilusión, no la encontré. Pareció que me hubieran quitado una parte de mi vida.

Por un tiempo largo me tocó seguir escribiendo como lo hicieron desde un principio y por varios siglos muchos escritores, filósofos y todo el mundo, es decir, a mano. Las hojas en blanco que me quedaron en las libretas, tras mi salida repentina de la U, fueron atiborradas de manuscritos. Llegué a acumular 12 libretas entre rayadas y cuadriculadas, inventando formas e historias de fábulas que nunca concluí.

En el entonces no lo sabía, pero lo que hacía me hacía desarrollar cierta destreza con la escritura, la única herramienta con la que descubrí que podía expresar toda mi imaginación. Fueron años escribiendo relatos inconclusos y no creíbles.

No obstante, con los teclados de los computadores, todo fue más silencioso. Al principio no creí que sería igual y llegué a pensar que podría "matar" la fuente de mi inspiración y de hecho sucedió, pero después me amoldé y resultó ser hasta mejor, que incluso ahora me sentiría raro escribir en máquina de escribir y mucho menos con la mano.

Por último, con los teclados de los móviles, que por ser muy pequeños en comparación con los mencionados anteriormente, pensé que no me servirían sino para expresar cortos pensamientos, pero confieso que ya he escrito con ellos más de diez historias largas, aunque al final de cada una de ellas, el dedo pulgar de mi mano derecha me queda engarrotado por un breve tiempo.

Con todo lo que he dicho anteriormente, no quiero otra cosa sino demostrarles que la imagen de la pluma o de la máquina de escribir con que siempre se ha identificado al escritor, deberían devaluarse por cuanto ya nadie escribe con esas viejas máquinas y mucho menos con aquellas plumas... porque, incluso, el escritor es escritor con plumas, máquinas de mecanografiar, computadores, tablets y celulares.



Escrito por:
Alvaro Cotes Córdoba
Autor: Alvaro Cotes Córdoba
Periodista – Bloguero de EL INFORMADOR