Cumbre de las Américas mucho show y pocos frutos

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Había mucha expectativa, se le hizo a esta reunión como era apenas normal un ambiente positivo y haciendo ver que era otra y una nueva América, la que iba a auscultar, discutir y decidir sobre los problemas esenciales que aquejan a este Continente.

Panamá país anfitrión se preparó de la mejor manera, fueron ellos los más beneficiados por cuanto el mundo apreció el progreso de la ciudad de Panamá. Se apreciaron los escenarios bien adecuados, modernos y con tecnología de punta en donde tuvo lugar este simposio. También se vislumbró el lujo de sus hoteles y los bellos sitios que se les ofrecen a los turistas.

Se puso de presente que Estados Unidos con su Presidente Barack Obama sería protagonista y valga la verdad hizo lo que tenía que hacer y expuso claramente su posición frente a América Latina y ciertamente todo giró sin querer queriendo en torno del Tío Sam. Su presencia le daba preponderancia e importancia a estas deliberaciones, toda vez que gústenos o no el primer mandatario estadounidense, representa a la primera potencia mundial.

Pero en un examen objetivo de aquello que sucedió, hubo más bombos y platillos que realidades concretas o frutos valederos y significativos. La reunión de Obama con Raúl Castro no sobrepasó de un abrebocas, un saludo protocolario y un mutuo deseo de enfrentar las dificultades y asuntos comunes dentro de la concordia y cordialidad de dos amigos que se acaban de reconciliar.

Sirvió como vitrina para cada uno de los Presidentes, a efecto de que les escucharan sus peroratas, discursos anacrónicos e intervenciones estas muy pocas de alguna seriedad conceptual.

El Presidente Obama abrió sus puertas de par en par no solo con Cuba sino con toda Latinoamérica, dejó translucir un multilateralismo y una buena disposición. Raúl Castro en la más extensa disertación volvió a repetir las tesis ya obsoletas del comunismo, que lejos de modernizarse y actualizarse sigue con los esquemas políticos de otrora y que por ende no convencen y más bien cansan al auditorio. Se refirió a Obama en términos elogiosos.

Sin embargo leyó bien y tuvo algunos comentarios jocosos. Rafael Correa dentro de su concepción marxista mostro facilidad en su exposición, defendió la posición venezolana y atacó al periodismo continental. Nicolás Maduro sacó a relucir su dialéctica del socialismo del siglo XXI, desfigurando y desinformando la realidad de su pueblo, pero criticó fuertemente el decreto del gobierno de Obama sancionando funcionarios venezolanos. Cristina Kichner con cierta facilidad de palabra fijó su punto de vista respecto de Inglaterra, Estados Unidos y Venezuela.

Dilma Rouseff se pronunció sobre el nuevo orden latinoamericano y manifestó su júbilo por la reanudación de relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Nuestro mandatario Juan Manuel Santos contó pormenores del proceso de paz y pidió el apoyo al mismo de todos los países que se encontraban en esa conferencia y tuvo eco y respaldo.

Presentó un plan educativo para toda la Región. Enrique Peña manifestó su satisfacción por la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Evo Morales hizo referencia al hecho de que el pacifismo se está imponiendo en el continente y que se acabaron las invasiones y los espías.

Juan Carlos Varela enfatizó el dialogo que a su juicio debe ser lo que predomine entre las naciones de América Latina. Su espíritu conciliador sobresalió en sus palabras y en su actitud previa y permanente en esta Cumbre. Estas fueron las más relevantes alocuciones.

Los únicos que condenaron la violación de los derechos humanos en Venezuela fueron los 20 expresidentes iberoamericanos, mediante declaración firmada. Asistieron varios de los signatarios y exigieron la libertad de López y Ledesma.

Ante la intransigencia venezolana y el querer imponer el preámbulo cuya finalidad era irse lanza en ristre contra Estados Unidos no hubo acuerdo ni documento final y menos aún conclusiones. Si se buscaba el entendimiento, la armonía y las buenas relaciones entre todos y cada uno de los países, no encajaba y por el contrario desentonaba la iniciativa del Presidente Maduro.

Se expresaron buenos propósitos, ideas conciliatorias, actitudes de diálogo, deseos de estar juntos, pero verdaderamente en el fondo fuera de los cambios en las relaciones entre Estados Unidos con Cuba no se puede realzar ningún hecho de trascendencia política, económica y social.