Chequeo de Rutina III

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



No hubo sorpresas y sucedió lo que todos esperábamos que sucediera. Viene la segunda vuelta, también con un resultado más o menos previsible.

La primera vuelta evidenció el unanimismo entre los que candidatos sin importar donde se situaran en el espectro ideológico. No hubo diferencias profundas sino más bien matices de un mismo pensamiento y diferencias de estilo. Produce risa que estén pidiendo debate de ideas entre los sobrevivientes de la hecatombe democrática. ¿Para qué? ambos piensan lo mismo.
Los resultados tanto en el extranjero como en Colombia, evidencian que la utopía de país de la que Santos con tanta insistencia habla no se ve por ningún lado. No es problema de comunicación, es que no existe. Y no nos van convencer con frasecitas de cajón como aquella infame de que la economía anda bien pero el país anda mal.
Depurada ya la carrera, Clara, Peñalosa tras bambalinas y la mayoría del Partido Conservador apoyan a Santos, y una parte del conservatismo apoya a Uribe. Si la elección fuera un simple ejercicio de sumar componendas, Santos sería reelegido fácilmente, y anticipo que probablemente así sucederá.
Ya lo dijo Robledo, y lo decimos mucho, no hay mucha diferencia entre Santos y Uribe. Santos ha gobernado con la agenda económica de Uribe y ha honrado su legado. La única diferencia temática entre Santos y Uribe es con respecto a las negociaciones de La Habana. Es decir, lo que veremos en la segunda vuelta es el enfrentamiento entre el uribismo pacifista o santismo y el uribismo guerrerista representado en el Centro Democrático.
Hay otras diferencias fuera de las temáticas que también cuentan. Por ejemplo, Santos como presidente ha sido la mediocridad encarnada pero es una persona decente, mientras que Uribe y su camarilla no. Santos tiene reparos y contenciones morales, Uribe y su camarilla no, estos últimos son capaces de todo. El país debe saber que los logros del todo vale, al mejor estilo Uribe, son flor de un día y penuria de muchos.
El cuento de la mermelada de Santos es para los pendejos. El gobierno de Uribe ha sido el más corrupto de la historia de Colombia, y esto es mucho decir. Uribe gobernó corrompiendo y corrompió gobernando.
El otro cuento chino de ambas vertientes del uribismo es con respecto a La Habana. El tema de las Farc es más emocional que real. Hace rato los mayores retos en seguridad pública y ciudadana corren por cuenta de la Bacrim. Por esto es incompresible que se le quiera dar tanta relevancia a un tema que en realidad no es tan trascendental. Incluso podría pensarse que es una estrategia deliberada para distraer la atención.
Otra de las grandes diferencias entre Santos y Uribe, es que el segundo entiende que la política se hace con las vísceras, con las emociones, y el primero, aunque lo entiende intelectualmente, es incapaz de comunicarse a ese nivel con el electorado, y esta es una de sus grandes falencias. No hay marketing político ni estrategia de campaña que convierta de la noche a la mañana a un tempano de hielo en una bola de fuego. Ni que lo intente porque los resultados podrían ser distintos a los deseados.
Estas son las grandes diferencias entre los candidatos Santos y Uribe. Muchos se estarán preguntando por qué me refiero a Uribe si este no es candidato. Es que Uribe es el candidato de verdad, y cuando se va a tratar algo de importancia, se hace con el ventrílocuo y no con el muñeco. Zuluaga es solo una ilusión óptica.
Lo que se decide en segunda vuelta es si gobierna el uribismo más o menos decente o el uribismo totalmente corrupto y hambriento de sangre.
Mi participación política es abstencionista, pero si tuviera viva la ilusión democrática de algunos, probablemente votaría por Santos, porque entre el mal mayor y el mal menor, el segundo es preferible. Hasta parece que se estuviera hablando de la valoración de un caso de epilepsia y no de una elección presidencial. ¡Qué vergüenza!
He advertido desde hace rato que el mayor peligro que se cierne sobre Colombia no son las Farc sino el uribismo, y que hay que detenerlo mientras podamos. ¡Después no digan que no se les advirtió!