La península ibérica

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Gustavo Hernández López

Gustavo Hernández López

Columna: Opinión

e-mail: gusherlo@hotmail.com



Este territorio europeo está ocupado por dos pueblos: Portugal y España. Pero lo único que tienen en común es la porción de tierra donde habitan. Su manera de ser, de actuar, su modus vivendi, su idioma, su temperamento, su música los separa tanto que no es sino pasar la frontera y se nota la diferencia. Es innegable que son dos razas distintas.

Los poblados, las carreteras, sus vestimentas, su trato, su concepción de la vida son diametralmente opuestos. Los portugueses entienden el español y en cambio les cuesta trabajo a los españoles captar lo que dicen los portugueses. Se comprende más el portugués brasilero por el simple hecho de que es más españolizado que el verdadero portugués cuya pronunciación es afrancesada.

Los portugueses por ser una gente esencialmente de pescadores inician sus actividades con el alba, mientras en España madrugar no es lo normal. Los unos no pueden trasnochar porque salen al mar muy temprano. Los otros por el contrario gozan la noche y naturalmente el día laboral se inicia después de las nueve. En España las provincias son todas dispares.

El catalán se siente más de Cataluña que de España, tiene más afinidad con los franceses quizás por la cercanía. De ahí su ánimo y su conciencia separatista. Lo mismo ocurre con el vasco. En Portugal en general hay más cohesión e integración. No se aprecia algo que es contraproducente en España, cual es el deseo de independencia y autonomía política de muchas de sus divisiones territoriales. Incluso dentro de España el idioma español no predomina. Los catalanes por ejemplo hablan en catalán y no les gusta expresarse en español. En Portugal todos hablan portugués y no quieren sino ser portugueses.

El fado es fundamentalmente una expresión musical que denota tristeza y melancolía, que motiva a la reflexión y a la añoranza, haciendo contraste con la alegría y gracia de los ritmos hispanos que todos quieren bailar y cantar.

La siesta es sagrada entre muchos españoles, particularmente en Madrid. Eso me recuerda un colombiano que nunca dormía en Colombia después de almuerzo y al compenetrarse con el ambiente madrileño una vez que terminaba de almorzar habiéndose tomado una botella de vino preguntaba dónde podía descansar y consultó al médico porque razón tenía que cerrar los ojos tan pronto como almorzaba sí en Colombia no lo hacía. El galeno le dijo pues es que en su país usted no bebía tanto vino como aquí. Relato esta situación para justificar la siesta española. Más vale la pena anotar que está científica y medicamente comprobado la bondad del sueño entre las doce y las tres de la tarde. Es aconsejable un cierre de ojos de media hora porque es reparador y revitalizador.

La fiesta brava en Portugal tiene características particulares, por cuanto allí no hay muerte del toro, se simula la misma con espada de madera, se puede lucir el torero pero no el matador y no olvidemos que en España y en la tauromaquia clásica, lo que decide si el diestro merece o no orejas y rabo es la culminación de la faena, es decir si no hay un buen estoque a duras penas se reciben palmas. Pero en Portugal existen los "forcados" que en fila india reciben al toro. Su embestida la para con el pecho el primer hombre (son solo varones) y quienes le siguen ayudan a dominar al astado, lo doblegan y lo arrastran. Sufren los golpes, las magulladuras y las heridas no los cornúpetas sino quienes lo enfrentan de esa manera.

Estas dos naciones tuvieron en común dos dictaduras, la de Francisco Franco en España y la de Oliveira Salazar en Portugal. En la primera ejercía el mando el Presidente y General De Ejercito Franco. En la segunda la dirección de la Republica competía al primer Ministro y Jefe del Consejo de Gobierno el político Oliveira Salazar, el Jefe de Estado el Almirante Thomas era una figura decorativa.

Semejante al papel del Rey en las monarquías en que reina pero no gobierna y el poder del estado recae en el Primer Ministro. Fueron dos estructuras de gobiernos dictatoriales disímiles. Se respetaban mutuamente, pero no compartían su esquema de manejo de la cosa pública, ni era una relación de hermandad entre los dos entes gubernamentales. Oliveira acogía a los Reyes destronados. Él les dio refugio al Rey de Italia y al padre del actual Rey de España. Vivió Juan Carlos de Borbon en Lisboa todo el tiempo mientras estuvo Franco en el poder.

España fue el primer descolonizador, entre tanto el último en dejar sus colonias Angola y Mozambique en el África fue Portugal. Franco preparó su sucesor y quiso que continuara la Monarquía. Entre tanto Oliveira salió derrocado por la revolución de los claveles, encabezada por los coroneles y el sistema actual de gobierno es democrático.

Ahora tanto España como Portugal atraviesan unas crisis en materia económica, que los ha afectado en todos los aspectos políticos y sociales. Se ha notado más entre los portugueses puesto que han sido refinanciados por la comunidad europea. Pero el más alto desempleo en Europa está en España. Sus últimos gobiernos en ambas patrias no han acertado en su administración. Sus pueblos están pasando las duras y las maduras.

Después de que solían decir los europeos, que Europa comenzaba en los pirineos, dado el atraso de España y Portugal respecto de la Comunidad Económica originada en el pacto de Bruselas. Una vez que entraron estos dos países a formar parte de ella no se volvió a hablar en esos términos. Pero desgraciadamente las circunstancias que viven no son las mejores.

Confiemos en que las medidas de ajuste y austeridad que exigió Francia y Alemania para dar la ayuda económica, surtan sus efectos. Es bien difícil pero no se puede perder el optimismo.