Plañideras inmersas en una vergonzosa lloratón

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



“En una calle de Tamalameque dicen que sale una llorona loca, que sale por aquí, que sale por allá, con un tabaco metido en la boca”. (Canción La Llorona loca, autor José Benito Barros Palomino)

La hidalga y hospitalaria ciudad de Bastidas aun no despierta de un sueño aplazado por doce años, el cual se convirtió en la peor pesadilla de la cual tiene memoria esta vulgar y corrupta cleptocracia que no es más que un remedo de democracia, en donde los corruptos zigzaguean como la marimonda y saltan de un palo a otro, sin el mínimo recato, sumidos en la más encumbrada vagabundería, jactándose de ser los redentores del pueblo, cuando todos sabemos que no son más que una caterva de delincuentes.

Hoy, cuando sentimos estar agarrados del altísimo, al amparo de su protección y cubiertos con el manto sagrado de su benevolencia, damos rienda suelta, -con ímpetu e ilusiones- a todo aquello que hemos mantenido reprimido en nuestros corazones y que hoy, cuando nuevamente sale el sol y su ráfagas luminosas centellean en el horizonte, nos damos cuenta que todo puede ser real y tomados de las manos sacudiremos a la patria chica y reverdeceremos los sueños para que, como el ave fénix, resurja de las cenizas en las que hemos naufragado los últimos años.

Gracias a todos aquellos que nunca perdieron la fe y quienes se levantaron de entre los escombros sociales, administrativos y políticos, hoy se siente un plácido aroma de seriedad y de ilusión para que vislumbremos e imaginemos un mejor futuro para todos, incluso para esos apátridas que siempre mostraron sus feroces fauces para acabar con la tierra, al punto de querer, -desagradecidos e infames-, despedazar las insignias de la tierra, inclusive intentando cambiar los colores patrios, aunque los descoloridos fueron ellos.

Es importante reconocer que a pesar de las marrullerías y trapisondas, acudiendo a vejámenes y comportamientos protervos, les tocó perder y meterse el rabo entre las piernas y aceptar que el pueblo se hastió de tanta vagabundería, por cuanto y luego de muchos años han dejado a la ciudad sumida en la más paupérrima miseria, en donde el sultancito de cataca creyó poder seguir haciendo lo que le viene en gana, pero no lo logró, ni aún con la complicidad del liliputiense guamalero, habida cuenta que siguen como plañideras en las bajeras sabanas de Bolívar llorando y rumiando su merecidísima derrota.

Hoy, cuando han perdido la joya de la corona, y sienten con nostálgica tristeza que se les fue de las manos la millonada que el gobierno nacional le asignará a la ciudad con motivo de la celebración de los 500 años de fundada, tienen que reconocer y aceptar que les salió el tiro por la culata, que ni siquiera esa burda estupidez de querer cambiar los colores del departamento les resultó fructífera, más ahora cuando por disposición gubernamental ningún pelafustán y gamonalito de pacotilla pueblerino se creerá con derechos para derrochar el dinero de los contribuyentes para satisfacer su narcisista pensamiento, por lo cual volverán el azul y blanco de la ciudad de Santa Marta y el azul y rojo del glorioso departamento del Magdalena, mismos con los cuales habremos de rescatar el orgullo regional de sentirnos samarios y magdalenenses.

La nueva administración presidida por el doctor Carlos Pinedo Cuello y su excelso grupo de colaboradores que lo acompañan no serán inferiores a su responsabilidad con la ciudad y todos, al unísono, confiamos en su capacidad de gestión y de esa manera encumbraremos a la tierra del Ciclón Bananero hacia la cúspide social, administrativa y financiera, en donde el progreso sea una descomunal realidad y cada vez más nos sintamos orgullosos de nuestra samariedad, duélale a quien le duela.