Políticas públicas y bienestar social

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



El diseño de las políticas públicas debe regirse por unos principios orientadores.  Las constituciones políticas fijan el marco normativo, operativo e institucional dentro del cual debe operar el estado, así como la vocación económica del país.

El objetivo de las políticas públicas es generar el mayor bienestar social posible.  Sabemos que esto solo es posible con desarrollo económico, y que el desarrollo económico en el largo plazo no es otra cosa que la productividad agregada de todos los factores de producción.  Los recursos disponibles en las economías son escasos y por esto es imperativo utilizarlos donde son más productivos y agreguen mayor valor.

Ahora bien, la eficiencia está ligada a la productividad, o dicho de otra forma, no se puede ser productivo si se es ineficiente.  La eficiencia demanda la habilidad de poder rápidamente mover los recursos donde sean más productivos. Es decir, se necesita infraestructura física, tecnología, logística y transporte y educación; por mencionar solo los fundamentales.  

El gobierno Petro vuelve a presentarle al país propuestas de reformas en áreas fundamentales para el bienestar social y la productividad económica, pero que van en contravía de los principios orientadores ya delineados.  Enfoquémonos hoy en la propuesta de reforma laboral.

Lo primero es reconocer que hay un problema enorme en el tema laboral reflejado en alto desempleo e altísima informalidad (55.8% en el último trimestre).  Esta última en ciudades como Santa Marta alcanza el 63%.  ¿Por qué tenemos tasas tan altas?  La respuesta es que el desempleo y sobre todo la informalidad son causadas por políticas públicas que han distorsionado por décadas el mercado laboral haciendo demasiado costosa la mano de obra e inhibiendo así la creación de empresas o su crecimiento. 

Hay una relación directamente proporcional entre costo laboral e informalidad y desempleo.  Aunque Petro no creó el problema, de pasar sus propuestas lo profundizarían a nivel de catástrofe social.  La propuesta Petro no soluciona la raíz del problema; es una postura ideológica que pretende crear equidad.  Intenta acabar la precarización laboral eliminando la flexibilidad en la contratación.  

No se ha entendido, especialmente Petro, que la precarización laboral es producto del enanismo de nuestro tejido empresarial.  Tampoco se ha entendido que en el camino del desarrollo económico, la precarización es un costo transitorio que hay que aceptar.  Algo así como que en la adolescencia el acné es inevitable.

Las políticas públicas deben enfocarse en remover las distorsiones artificialmente creadas por pésimas políticas públicas, y a reorientar hacia la óptima utilización de los factores de producción.  El reto real es industrializar al país creando las condiciones para la creación y crecimiento de empresas.  Una de esas condiciones es flexibilizar el mercado laboral –más mercado y menos intervención estatal- y aceptar la precarización como un mal necesario y transitorio.  Se necesita mucho más, por ejemplo, acabar con la indexación de facto a la inflación en la fijación del salario mínimo y quitar cargas laborales al empleador creando un sistema público que las asuma.   Ningún país desarrollado se ha saltado el tema de la precarización laboral y no aceptarlo es obstaculizar el desarrollo económico. 

De persistir las distorsiones actuales y si estas empeoran con la propuesta Petro, Colombia seguirá estancada económicamente y siendo una economía ineficiente e improductiva muy lejos del potencial real.  Estas distorsiones producen que los escasos recursos se malgasten en actividades productivas ineficientes y de poco valor agregado que no existirían en una economía eficiente y productiva.  En Colombia tenemos la tragedia de tener mucha gente, pero poco capital humano. 

Si Petro realmente quiere una transformación productiva que conduzca a una mayor equidad social, debe desmontar las políticas públicas actuales y presentar una propuesta laboral que, aunque en su forma pareciera no apostarle a la equidad y pareciera una traición a sus posturas ideológicas, en el fondo y sustancia alcancen eficazmente el objetivo perseguido.



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