Afirma la docente universitaria María Cristina Rengifo Ramírez, coordinadora académica de la Unidad Especial de Paz de la Universidad de Antioquia, que: “Karl Mannheim, sociólogo y filósofo húngaro, de las primeras décadas del siglo XX, en su texto ¿Por qué no existe una ciencia de la política? expresa que política no es aquella que realiza el funcionario público y estadistas, no son las funciones del Estado o su administración. A quí lo que hay, tal como yo comprendo, es una automatización, habitualización de las rutinas administrativas. El sociólogo se refiere es a que, política es ese acto en que hay que re-pensar las relaciones sociales, lo instituido, la guerra, la paz y la cultura. Estoy convencida que la construcción de una paz duradera requiere de grandes cambios, y un país como el nuestro necesita de la creación, y no solo la identificación del conflicto y sus causas. También que, es indispensable el cambio de una sociedad en la que imperan todo tipo de violencias; ello nos tomará algunos o muchos años, pero pensar, reflexionar y crear deberán ser las constantes en el renovar de la política para la construcción de una cultura de paz”.
Karl Mannheim, quien aportó significativamente a la teoría sociológica y al análisis de la ideología, centra su atención en la sociología del conocimiento. Acá explora cómo el contexto social y los intereses personales moldean las percepciones, situándolo como una figura esencial en el entendimiento de la influencia de la cultura y la estructura social sobre la conciencia de cada uno de nosotros. En este contexto, la reflexión propuesta por la docente adquiere una profundidad particularmente destacada.
Ahora bien, desde mi perspectiva, el análisis del autor, al ser reinterpretado por la profesora, ilumina una dimensión esencialmente crítica. La distinción que establece entre la política entendida como mera administración estatal y como una esfera de acción transformadora es de suma importancia. Esto nos invita a reflexionar sobre más allá de sus operaciones burocráticas, viéndola como un espacio vital para la reimaginación y reformulación de las relaciones sociales, la cultura, y la gestión de conflictos hacia la construcción de una paz duradera.
De hecho, esta perspectiva ampliada tal como Mannheim la concibe, nos desafía a trascender una visión mecanicista y procedimental de la práctica de la política. En lugar de ello, promueve un entendimiento como un campo dinámico de posibilidades, en el cual la reflexión crítica, la innovación y la creación son fundamentales para el progreso social y la resolución de conflictos. Esta visión es especialmente relevante en sociedades marcadas por violencias y desigualdades, donde la urgencia de un cambio sustancial es palpable.
El énfasis del filósofo en la necesidad de pensar, reflexionar y crear como constantes en el proceso político subraya la importancia de un compromiso activo con la creatividad y la imaginación. Esta postura se opone a una política reactiva y estancada, sugiriendo en cambio que la transformación social requiere de una continua reinvención de nuestras prácticas políticas y relaciones sociales.
En síntesis, a la pregunta de Karl Mannheim ¿Por qué no existe una ciencia de la política? Me sugiere que es demasiado compleja y dinámica para ser encapsulada por una ciencia exacta. En este sentido, se presenta como un campo abierto a la interpretación y la acción transformadora, enfatizando la importancia de la reflexión crítica y la participación activa en el proceso político.
Para concluir, el pensamiento de Mannheim, tal como lo expone la profe María Cristina, nos proporciona una visión rica y estimulante de lo que podría ser la política. Me alienta a redefinir y expandir mis concepciones y prácticas políticas y me llama a participar de manera activa en la transformación de nuestra sociedad hacia realidades más equitativas y pacíficas. En este sentido más amplio y profundo, se convierte en un vehículo para el cambio social, enfatizando la creatividad, la reflexión y la acción colectiva como sus pilares fundamentales.