El gran acuerdo nacional propuesto por el presidente.

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



“Si quieres que otros te respeten, lo mejor es respetarte a ti mismo. Sólo así, sólo por el autorrespeto obligarás a otros a respetarte”(Fiódor Dostoievski – escritor y pensador ruso)

En la instalación del congreso el jefe de Estado pronunció un discurso que llamó la atención por su retórica de estadista que hizo olvidar por momentos sus catilinarias incendiarias a sus llamados a la calle, cuando parece un activista pendenciero y de esa manera su no llamado a la insurrección demostró e hizo pensar que es posible que reflexione y recomponga el camino para el cual lo eligió una mayoría del pueblo para que enderezara el camino de la patria, ese camino de mentiras y trapisondas que han transitado otros en el pasado y sobre el cual ha llegado la hora de pasar la página y mirar hacia el futuro.

En medio de esa inescrutable imagen y cuasi ceño fruncido, el presidente, más reposado, y dando rienda suelta a su inspiración e improvisación, sin usar teleprónter ni recurso tecnológico alaguno, sorprendió a la audiencia al expresar de manera firme y certera que era el momento de ceder y construir un gran acuerdo nacional, afirmando convencido que el congreso es la expresión condensada de ese acuerdo, el que permitirá construir una sociedad más justa y productiva, que es el camino hacia la paz de una gran Colombia, haciendo énfasis en que dicho acuerdo pudiera hacerse en medio de las diversidades económicas, sociales, culturales y políticas.

Escuchando esa propuesta del señor presidente fue imposible no mirar hacia atrás, cuando en 1978 el político conservador Álvaro Gómez Hurtado se atrevió a proponer lo mismo, a través de lo que él llamó un Acuerdo sobre lo Fundamental, que no era nada diferente a que todas las fuerzas políticas del país confluyeran en una múltiple convergencia política que permitiera sacar al país de ese atolladero en el que se encontraba en esos momentos y del cual aún no hemos salido, haciéndose más llamativa la propuesta por cuanto el primer mandatario no es que haga gala de escuchar a nadie que no sea de su entorno áulico y termina imponiendo su dictatorial voluntad, en donde siempre aflora el narciso que lo invade.

Revisando y repasando la actualidad política nacional y esa peligrosa atomización existente, en donde dos o tres pelagatos ilustres e iconos del desgobierno en los últimos treinta años, siguen creyéndose los elegidos para continuar enterrando al país se puede considerar que es posible hacer ese acuerdo nacional, siempre que para ello el señor presidente deponga sus obcecadas pretensiones político energéticas y, sobre todo, que entienda que en el congreso es donde se discuten las propuestas de leyes y acepte los argumentos existentes que emanan desde allí, para que de manera consensuada se logren los objetivos tendientes a sacar al país adelante, basándose para ello en el respeto que hasta ahora el primer mandatario no ha mostrado hacia nadie, en el entendido que pareciera encontrarse en otra galaxia e inmerso en una burbuja, desde donde no oye ni entiende y siente reinar ante una recua de ignorantes que cada vez más se consideran frustrados por cuanto ese tan anhelado cambio que propuso en campaña ha brillado por su ausencia.

Para ello se requiere una fuerza gubernamental que permita sacar adelante sus principales proyectos que pretenden reformar la salud, las pensiones, las relaciones laborales, la ley de sometimiento, la ley 30 de la educación, entre otras, lo que no parece nada fácil, habida cuenta que para ello es imperativo contar con mayorías parlamentarias que le brinden su apoyo y eso no parece fácil, así que el presidente debe cambiar de actitud y estrategia. Amanecerá y veremos.