Al gobierno se le acaba la gasolina, así que menos carreta y más acción.

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



“Coraje es lo que se necesita para levantarse y hablar; coraje es también lo que se necesita para sentarse y escuchar” (Winston Churchill – Político Británico)

Han transcurrido diez meses desde que arrancó el gobierno del cambio, ese mismo sobre el cual una parte del pueblo cifró sus esperanzas e ilusiones de que por fin un nuevo amanecer despuntaba en el firmamento político, pero poco a poco se ha ido desinflando la ilusión y no se vislumbra una posible transformación, en razón a que vivimos y padecemos una forma de gobierno absurda, obcecada y disparatada, ello como consecuencia de que el primer mandatario sigue dando tumbos y pareciera no saber para dónde coger, un día dice una cosa y luego otra, en una posición y actitud cantinflesca, mientras seguimos inmersos en la patria boba y la anarquía fluye y se posiciona cada vez más en las mismas entrañas del conglomerado gubernamental que cada vez produce mayor hilaridad ante tantos desaciertos y sandeces .

 Si ponemos el retrovisor en la forma de gobierno del presidente podemos darnos cuenta de manera palmaria que es la misma triste y vergonzosa imagen de cuando ocupó el Palacio Liévano como Alcalde de Bogotá, solo payasadas y ridiculeces que no llevan a ninguna parte, mientras la sociedad, hastiada de tanta tontería administrativa, exige del gobierno menos carreta y más acción, habida cuenta que durante estos largos e interminables meses sentimos que adoptamos posiciones cangrejales y ni echamos para adelante, ni nos estancamos, al contrario, retrocedemos a pasos agigantados, emulando con ello a aquellas sociedades tercermundistas caribeñas en donde un mequetrefe se cree el redentor y aspiran a de un plumazo acabar con los postulados democráticos gubernamentales, pretendiendo sumirnos en esas alcantarillas sociales en donde no hay ni gasa ni algodón, pregonando que lo mejor es equiparar a la sociedad por lo bajo, en donde mientras más personas pasen hambre, es mejor, por cuanto en esas formas de gobierno socialista el pueblo debe sumirse en la pobreza y padecer las mayores inequidades.

La reencarnación del sabio Salomón tiene a la sociedad enredada con el cuento de las energías limpias y la absurda y obcecada posición sobre la no exploración ni explotación de más recursos naturales fósiles, -como el petróleo-, y rodeado de un grupo de áulicos payasos, nadie paree poder decirle algo ni hacerlo entrar en razón, por cuanto eso atenta contra su narcisismo y es por ello que seguimos naufragando en un desgobierno ramplón.

Todo cuanto ocurre en el país exige que la primera autoridad administrativa desenfunde su mosqueta y empiece a repartir sables y mandobles contra todo lo que se mueva y siempre busca escudar su incapacidad echándole la culpa a los demás, especialmente graduando de enemigo a la prensa, porque sencillamente el cuarto poder desnuda su incompetencia y su irracionalidad en la toma de decisiones, mientras la delincuencia, organizada o individual, continúa haciendo pilatunas, ante la mirada impasible y desconfiada de unas fuerzas militares y autoridades maniatadas sin poder hacer absolutamente nada para proteger a una sociedad que impávida siente impotencia y ser presa fácil de los malandrines de turno, los que están al margen de la ley y los que se agazapan al interior de algunas entidades o instancias gubernamentales, sin que pase nada.

Por último, en el pasado próximo se ha destapado un sin número de cochinadas y porquerías en donde han sido salpicados personajes afines y afectos al gobierno, específicamente al primer mandatario y todo pareciera normal, se sigue bajo la misma égida mientras los rufianes y bandidos siguen llenando sus alforjas. Cuando el presidente reconocerá su error y recompondrá el rumbo. Amanecerá y veremos.