La salud del planeta está en grave peligro

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


¿Han notado cómo yo que desde hace meses venimos sintiendo más calor de lo normal? ¿Que el bochorno muchas veces es insoportable?
Por lo anterior, me permití traerles que, según el periódico Portafolio, la deforestación en Colombia subió 11 % en el primer semestre de 2022. Según Minambiente, la Amazonia perdió 54.460 hectáreas. El alza continuó hasta finales de 2022. Las cifras indican que durante el primer trimestre del 2021 se deforestaron en el país al menos 45.000 hectáreas.


Además, según la CEPAL, Brasil alberga 53.3% de los bosques de toda la región, y en los últimos 30 años ha perdido 92,3 millones de hectáreas de bosque, en tanto que Bolivia perdió 7 millones, Argentina 6,6 millones, Colombia 5,8 millones y Paraguay otros 9,4 millones de hectáreas.
Asimismo, según datos de la Organización de las Naciones Unidas, 420 millones de hectáreas de bosque se han perdido desde 1990 en el mundo. El Amazonas, considerado como uno de los principales pulmones del mundo, ha sido una de las zonas más afectadas.

Y, según datos de Global Forest Watch, los países de Latinoamérica que han deforestado la mayor parte de este territorio son: Brasil, Bolivia, Perú y Colombia. En el resto del mundo los países que más han deforestado sus reservas naturales son Indonesia, en Asia, y la región del Congo, en África.
Adicionalmente, la selva del tapón del Darién no tiene un doliente y permanentemente, día tras día se ven caer miles de árboles para su madera ser vendida en ciudades como Medellín y Bogota. Reemplazan selva pura y nativa por grandes haciendas de ganado. La madera sale por la vía Riosucio-Belén de Bajirá-Mutatá o por el río Atrato hasta Turbo, rumbo al interior del país.

En realidad, los bosques son componentes esenciales para la vida y el bienestar humano. Sin embargo, a pesar de su importancia inestimable, estamos siendo testigos de su degradación y pérdida a una escala alarmante. A mi juicio, las cifras que reflejan este desolador panorama son motivo suficiente para aumentar nuestros esfuerzos y compromisos hacia la conservación y el manejo sostenible de los bosques.

En este sentido, existen las iniciativas y foros como el de las Naciones Unidas sobre los Bosques (UNFF), que pretenden fomentar un compromiso político fuerte y efectivo para la ordenación, conservación y desarrollo sostenible de todos los tipos de bosques. Sin embargo, a pesar de estos avances, debemos ser conscientes de que aún queda mucho por hacer. En lo que a mí respecta, la deforestación es un problema de proporciones catastróficas que requiere atención inmediata. Los anteriores datos sobre la pérdida de cobertura forestal en América Latina son alarmantes y evidencian que necesitamos acelerar nuestros esfuerzos.
Por otra parte, el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (DAES), con su misión de ser un nexo entre las políticas mundiales económicas, sociales y medioambientales, juega un papel clave en esta lucha. Esta entidad debe seguir promoviendo la cooperación internacional y la implementación de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible.
Por todo lo anterior, insisto en la necesidad de que la acción sea firme y unida. No debemos olvidar que los bosques juegan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático. En este sentido, no se puede negar que la deforestación está agravando los efectos y, por lo tanto, debemos abordar este problema con urgencia.

Finalmente, uno podría al menos reflexionar sobre el futuro que queremos dejar a las generaciones venideras. ¿Cómo nos juzgarán? ¿Qué les diremos? Pero, el problema de la deforestación y el cambio climático no será resuelto únicamente con reuniones y acuerdos de alto nivel. Nosotros, como individuos y como sociedad, debemos ser parte activa de la solución.