La Tumba catre y el emperador

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Abran rueda en el cumbión que ahí viene la Tumba Catre con su pollera endiablá. Ella tiene ritmo y sabor.  

Así comienza uno de los éxitos de Juan Piña titulado La Tumba Catre.  Un ritmo bien caribe de esos alborotaos en el que las mujeres corren el riesgo de perder prendas de vestir de tanto bamboleo y zarangoteo rítmico y descontrolado de erotismo camuflado, y si se quiere simulación paroxística.  Pero todo tiene su lugar.  Una cosa es bailar con arrebato caribe en una comparsa y otra en visita de estado.  Pero bueno, el tumbacatrismo está de moda.  La Alcocer se zarangotea hasta con el himno nacional, Petro no se pone frac y les dice a los españoles en su propia cara y casa que eran esclavistas, y la Chimoltrufia Vélez va de zapatos tenis.

Iba a escribir sobre esto para finalmente concluir que el tumbacatrismo imperante había llegado a la conclusión que corroncho vestido de frac, todavía corroncho será, y entonces les valió madre pelar el cobre en visita de estado, sin entender que nos representan y que las formas y los protocolos en la diplomacia importan, y como en el caso de la Chimoltrufia, no era el momento para mostrar su rebeldía infantil.

Iba a escribir dije, pero Petro hizo una declaración en medio de una polémica con el Fiscal Barbosa, que encendió las alarmas.  Dijo que él es el jefe del Fiscal porque él es el jefe de estado y que así lo establece la Constitución Política de Colombia (CPC).  Lo dicho por Petro se traduce en que en Colombia no hay democracia sino monarquía absoluta.  Peor aún, lo sustenta CPC en mano, una que supuestamente él ayudó a escribir como constituyente.

La CPC consagra la división, igualdad e independencia de las tres ramas del poder público, precisamente para evitar la concentración de poderes en una sola persona, que históricamente fue la figura del monarca absoluto.  Y mientras escribo estas líneas, se dan pronunciamientos desde todos los estamentos rechazando las declaraciones de Petro.  Entre estas cabe destacar la de la Corte Suprema que dice que Petro desconoce algo tan básico sobre el diseño y funcionamiento del estado colombiano y que semejante desconocimiento crea incertidumbre.  Creo que en el pasado nunca ha sucedido que la Corte Suprema haya tenido que corregir a un presidente sobre algo tan básico.  A pesar de todo, Petro tercamente sigue atrincherado y defendiendo su metida de pata.

En el caso Petro lo preocupante es que la declaración no es un desafortunado lapsus sino una convicción muy arraigada.  El talante de su gobierno hasta la fecha ha sido este.  Sus inclinaciones autocráticas y dictatoriales se manifiestan en el estatismo que quiere imponer por la fuerza y burlándose de los canales institucionales.  No se detiene en métodos para lograr sus objetivos: intimidación con guardias indígenas, marchas, balconazos, y despidos  y compra de parlamentarios, entre otros.

El expresidente Duque hizo un llamado para que la institucionalidad reaccione, y quienes tenemos espacios de opinión somos parte de esa institucionalidad.  Atendiendo esa invitación, y entendiendo la seriedad del momento, levanto mi voz y denuncio semejante exabrupto.  En mi caso, como abogado, quedé francamente horrorizado.  Atemorizado nunca porque confío en que los colombianos vamos a defender la democracia hasta las últimas consecuencias. 

Nuestra historia reciente hace pensar que una dictadura no es posible y cualquier intento de Petro por hacerlo, degenerará en un capítulo más de violencia política en el país.  

Y termino haciéndole una advertencia al guapo de barrio que se cree omnipotente.  Pasar a ser un paria global no toma mucho; basta una declaración de los Estados Unidos o de la Unión Europea en este sentido y san se acabó.  Así que hile fino compañero presidente.