La falsa paz total

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Indignación.  La reacción no puede ser diferente ante un hecho cobarde en el que pierden la vida nueve jóvenes héroes de la patria y otros tantos quedan heridos.  Toda mi solidaridad con las familias dolientes, y mi eterna gratitud a quienes ofrendaron su vida tratando de hacer de Colombia un país mejor.

Incomprensible que en medio de una supuesta negociación para lograr el cese de la violencia, se cometa un asesinato tan cobarde.  Quizás incomprensible solo para quienes vivimos en la legalidad y no para los asesinos terroristas y mafiosos que se hacen llamar ELN.

Incomprensible que el gobierno insista en sentarse a la mesa de negociación con un grupo de criminales que han dicho de todas las formas habidas y por haber que no les interesa la paz, que quieren tomarse el estado y que no creen en dejar las armas.  Ante esta retórica mafiosa y guerrerista y ante una historia de atrocidades cometidas a lo largo de su existencia, el gobierno asume posiciones que van en contravía del mandato legal de hacer cumplir la ley y proteger la integridad del territorio y de sus habitantes.  

¿Qué tiene que suceder para que el señor Petro entienda que no se puede lograr la paz con quien no la quiere?  ¿En qué momento entenderá que es una mentira pretender que se está tratando con una fuerza política y no con un cartel del narcotráfico? La paz no les ofrece nada a estos criminales.  Hoy son para-estado y en sus territorios imponen su ley.  Viven la vida de los narcos, y el gobierno les ofrece una vida muy diferente; la vida que tenemos casi todos los colombianos, que no es otra que una vida de trabajo honrado que da para vivir y algo más, si nos va bien.

La biografía de Petro hace pensar que entiende perfectamente el contexto, y sabe perfectamente qué es lo que quiere lograr, lo cual es bien distinto de la retórica engañosa que le ha vendido al país. Todo hace pensar que la tal negociación es solo una fachada y en realidad es un yo con yo. 

La paz total y Colombia potencia de la vida era una manzana envenenada o un contrato leonino en el que los votantes no se tomaron el trabajo de leer la letra menuda.  Han debido sospechar cuando salieron a la luz las negociaciones oscuras en las cárceles con criminales de todo pelambre; el famoso Pacto de La Picota. 

Hasta donde hemos visto, la paz total consiste en lavar fortunas mal habidas quedándose con un porcentaje, en vaciar las cárceles con el cuento de que si no hay tipo penal entonces no hay delito ni delincuentes.  Una muestra la tuvimos con el secuestro de los soldados, al cual se le llamó “cerco humanitario”, figura legal que no existe.  La paz total consiste en atarle la mano a las fuerzas del orden para que no puedan actuar contra los delincuentes, lo cual ha llevado a renuncias masivas en las filas castrenses y de policía.

Y es precisamente en este nuevo escenario de paz total y entrega del país a los delincuentes que han crecido los cultivos de coca, que se dan masacres casi todos los días, que ha vuelto el secuestro y que no hay control del territorio por parte de las autoridades, hoy replegadas.  Que no nos vengan con el cuento de las estadísticas.  Si hubiera que creerlas, la interpretación correcta quizás es que han bajado los homicidios porque no hay acciones de las autoridades y los delincuentes actúan a sus anchas.

Viola flagrantemente el presidente la ley al no protegernos.  Creo que llegó el momento de protestar en las calles para exigir seguridad.  Es parte genuina de la democracia rebelarse contra quien traiciona a la Patria y viola las leyes que juró cumplir.  ¡A las calles a defendernos y a defender al país!