Gracias muchachos: los verdaderos hinchas lo valoramos

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



“Vivir es luchar: sólo quien lucha puede decir realmente que vive” (Séneca)

El sábado 4 de diciembre de 2021 se despedazó cualquier absurda y facilista teoría sobre los resultados en un encuentro de fútbol en Colombia, en donde los partidos terminan cuando el árbitro pita y no cuando los parcializados comentaristas así lo determinan, por cuanto de esta manera se confunden los sentimientos de quienes se consideran protagonistas y sienten que, aun con las fuerzas menguadas o el ímpetu sobre dimensionado, el espectáculo debe continuar-

Es por ello que, cuando la relajación o la cobardía afloran, se presentan estas irracionalidades que pudieran resultar inexplicables para aquellos que siguen inmersos en la lógica mundana de que si el sol brilla es de día y a partir de allí se desprende cualquier conclusión espuria de estos procedimientos deportivos en donde los resultados finales no siempre son congruentes con lo que se espera o necesita y con base en ello empiezan a elucubrar cuánta porquería se le viene a la cabeza y de manera irrespetuosa sacan sus propias deducciones, las que dan por sentadas como ciertas.

Prueba de ello es que tan pronto como el balón recorrió una distancia igual a su circunferencia, el club Fortaleza estaba ascendido a la A, luego de haber protagonizado días atrás la más cruenta y vergonzosa jornada de cobardía deportiva cuando no fue capaz de obtener un empate en el Monumental de Bureche ante el Ciclón Bananero y retornó a su feudo confiado y tranquilo por cuanto su siguiente rival, Bogotá FBC, sería presa fácil de sus arrogantes pensamientos, además de que no le había ganado a nadie y se convertiría en un convidado de piedra.

Ahí estuvo su error al subestimar a sus rivales, además de que el tercero de ellos en discordia, Llaneros de Villavicencio, exhalaba una remota pero viable posibilidad de lograr el sueño del ascenso y, obviamente, el equipo de mi tierra la tenía color de hormiga y casi imposible, pero y como bien lo decía durante la transmisión el golazo de la sintonía, refiriéndose al técnico Rolo Flórez, en la puerta del horno se quema el pan, como en efecto ocurrió y solamente le quedó el consuelo de llorar como plañidera su cobarde planteamiento con el cual llegó a Santa Marta aplicando la estrategia del murciélago, en donde los once jugadores se cuelgan de los palos a rechazar todo cuánto el contrario remata.

Y llegó la hora de la quema, -cuando se ve el humo-, en donde los gladiadores, emulando al gran Espartaco, desenvainan su espada, la frotan con los colores azul de sus ilusiones y el rojo de su sangre, y se visten de silenciosas glorias del deporte magdalenense y exprimen sus venas de amor patrio y luchan hasta el último sudor de sus gestas y le dan la estocada final a su rival, quien impotente ante la eliminación y con espíritu de venganza ante el equipo Bogotá, mientras transcurrían los segundos como las piernas de Anthony Zambrano y en el firmamento de las ilusiones se demarcaba la letra A como un premio y recompensa a sus imbatibles esfuerzos para acariciar y alcanzar la cúspide y darle a su pueblo una inmensa alegría para que el cielo centellara otra vez con estrellas azulgranas y la satisfacción de una hinchada que en nombre de todo un pueblo le agradece ese esfuerzo cósmico para llegar al éxtasis deportivo.

Sin embargo, no tofo ha sido color de rosa, por cuanto afloraron los amargados payasos de siempre que consideran que todo lo del pueblo es robado y ponen en duda su honestidad, allá ellos, falsos hinchas y representantes de la doble moral; así que gracias muchachos, estamos en la A y seguiremos luchando.