Incidencia de las drogas ilícitas

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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



La influencia de las drogas en el individuo no es como se le ha determinado constitucionalmente, el libre desarrollo de la personalidad; satisfacer al adicto con la dosis mínima o más; la realidad de la situación va mucho más allá, sus consecuencias son inimaginables; no se está atendiendo debidamente.

Encontramos adictos a las drogas que satisfacen su comportamiento; otros, que como dicen ellos, no tienen ni donde caer muertos, razón suficiente para que se dediquen a hacer cualquier cosa, hasta delinquir, para vivir en ese mundo tenebroso sin salida; instituciones realizan esfuerzos para restablecerlos e incorporarlos a la sociedad como seres merecedores de una nueva oportunidad; al respecto falta más trabajo. Las secuelas que dejan las drogas son físicas y psíquicas, la iliquidez del bolsillo; así no aparecerá economía nacional que responda; de allí que los adictos resulten apropiándose de lo ajeno, no tienen más alternativas. No conozco adictos que trabajen honradamente para comprar y consumir estupefacientes. Roban para consumir, así de sencillo. De modo que hay que entender cómo se enfrascan en su adicción y en algún momento de sus vidas tocará tirarles una cuerda para salvarlos.

La drogadicción es otro de los problemas que acosan y agobian a muchos colombianos, junto con la corrupción, extorsión … que afecta a nuestra niñez; no lo quieren aceptar, se traslapan con el modernismo o nuevas experiencia que deben vivir infantes y adolescentes. ¿Qué es esto?. Es algo repudiable que se debe rechazar. Colombia requiere cuanto antes una política pública efectiva para controlar la producción de estupefacientes desde sus cultivos y necesitará otra más eficaz para controlar el consumo. A mayor producción mayor consumo. El crecimiento del narcomenudeo en la actualidad es bastante notorio al interior del país; se ha robustecido en la última década.

Fácilmente no se quitará el Inri que tiene el país en el exterior, con epítetos de gruesos calibre, incluyéndonos a todos los habitantes como productores, expendedores y consumidores a la vez de estupefacientes. Erradicar los cultivos de coca y marihuana, es la tarea prioritaria a realizar; la pregunta es ¿Cómo? La verdad es como dice el dicho, se nos creció el enano.

El gobierno nacional, preocupado por la desbordada e incontrolada situación en referencia, ad-portas de emitir un decreto para tal fin, éste ya causa polémica, incluso jurídica. Unos lo atacan argumentando que tienen el respaldo del Art. 16 de la Constitución Política, sobre el libre desarrollo de personalidad y el aval de la Corte Constitucional para consumir la dosis mínima; otros lo defienden, fundamentándose también en la Carta Magna, Art. 44 que expresa que los derechos de los niños y su supervivencia están por encima de los demás.

El consumidor recreativo (término que se han inventado algunos), más temprano que tarde incrementará el consumo aumentando el daño a su cuerpo y por extensión a la sociedad. No hay duda, si no hay rehabilitación. Preguntamos: ¿La dosis mínima es un derecho, una necesidad o como llaman ahora recreativa? ¿A qué consumidor hay que rehabilitar? ¿A quién corresponde la rehabilitación del drogadicto?


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