Todo por la plata

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



El caso no es nuevo pero en Colombia parece que jamás nos hubiéramos enterado.

En 2015 la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos acusó a la compañía Volkswagen de fraude por trucar el software de sus vehículos para pasar las pruebas de emisión de gases. Fue condenada a recoger y recomprar de inmediato casi 500.00 carros vendidos desde 2009 hasta 2015, además de imponerle una multa de USD 17.500 millones por fraude y daño al medio ambiente.

La relación de Volkswagen con los estadounidenses fue idílica desde la contracultura de los 60. El Escarabajo y la Transporter T2 eran íconos de la juventud y circulaban por todas partes. Herbie, un gracioso escarabajo, motivó 6 películas. Empero, la empresa alemana nunca actualizó sus coches y las ventas en USA fueron bajando hasta una ridícula cifra de 35.000 unidades en un mercado de 17 millones de automóviles anuales. Volkswagen reaccionó a mediados de los 70 con una nueva generación de caros encabezada por el Golf. En Europa el éxito fue inmediato y los alemanes se propusieron a reconquistar el mercado estadounidense. Las directivas apuntaban ser la mayor productora de automóviles del orbe en este siglo. Pronto lograron posicionarse como la empresa que más autos a diésel vendía en USA. Los compradores adquirían el carro ideal: deportivo familiar de bajo precio, económico, confortable y mínima contaminación gracias al nuevo motor desarrollado por VW, el TDI, amable con el ambiente a precio razonable.

Pero tanta belleza no era cierta. Una compañía europea independiente (ICCT) encontró que los VW emitían contaminantes 40 veces más que lo permitido por la ley, y peligrosas cantidades de óxido nitroso. El informe fue desestimado pero la West Virginia University corroboró los descubrimientos y estalló el escándalo. Simultáneamente se descubrió también que los controles en Europa eran más laxos, y la contaminación resultante, superior. El efecto, unas 5.000 muertes al año, además de lesiones pulmonares y cardiovasculares permanentes. Cuanto más población y más autos a diésel circulen, peor es el panorama. Aterrador.

Para intentar eludir las sanciones, los directivos de la empresa negaron todo, pusieron sus abogados pero también ordenaron colocar un sofisticado software ilegal en los vehículos que detectaba el momento en que se hacían las pruebas de emisiones y minimizaba las emisiones para pasar los controles. Cuando se descubrió el fraude, había 11 millones los VW diésel trucados vendidos en el mundo, y 482.000 en USA. Los germanos negaban todo hasta cuando el engaño fue insostenible, vino la ejemplar sanción, y la compañía de Wolfsburg fue obligada a reconocer públicamente su condenable accionar. ¿Qué pasó con esos autos? Muchos fueron abandonados en distintos lugares de los Estados Unidos. ¿Fueron algunos revendidos en otros países? Pregunta sin respuesta. En cualquier caso, el prestigio del sector automotor alemán (no solo fue VW) quedó maltrecho. Europa incrementó los controles y las normas se hicieron más rigurosas, tanto que desestimularon la producción de coches a diésel. Podrían incluso venir restricciones de circulación y de fabricación de coches diésel según la nueva reglamentación Euro 6, tanto en Europa como en algunos países americanos.

Mientras tanto, en Colombia el diésel cuesta menos que la gasolina corriente, se estimula la venta de esos carros sin restricciones importantes, la norma es laxa y, más aún, el alcalde de Bogotá anuncia que el sistema Transmilenio adquirirá 2/3 de la nueva flota a diésel apartando los buses eléctricos “por costosos”. ¿Cumplirán al menos la norma Euro V rigurosamente? Nos preguntamos entonces dónde está la responsabilidad social de nuestros gobernantes. El primer mundo quiere desprenderse de los combustibles fósiles; acá los defienden enconadamente, incluyendo al diabólico fracking. La nociva minería está prohibida ya en Costa Rica y otros países responsables. Nos preguntamos también si nuestros candidatos presidenciales optarán por combustibles fósiles o por energías limpias. El primer mundo estimula ya la venta de carros eléctricos o híbridos como primera elección. Y, muy pronto, la única. La energía de uso doméstico e industrial será verde. ¿Por qué acá les preocupa casi nada conservar lo más preciado, el agua, el aire y el medio ambiente? ¿Acaso importa más el dinero que la salud y el futuro de los colombianos? Ciudadano, que sea la razón y no la emoción la que oriente su próxima elección. Piénselo muy bien.