'El viejo Deivinson Sánchez Juliado' se fue pa'l cielo a comprar cigarrillos…

Columnas de Opinión
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A lo mejor porque ya en el bar "Tuqui-Tuqui" no los venden tan frescos. Cuando yo era un niño, un fin de semana en San Fernando, un grupo de eternos parranderos encabezados por Nel Ruiz y Andrés Suárez, como cosa rara no escuchaban vallenatos ni rancheras, sino "El Flecha", de Sánchez Juliao.

En esa esquina se durmieron y al despertarse e irse dejaron ahí tirado dicho casete y yo me lo robé. Cuando feliz lo puse en la grabadora de mi casa, aunque ya me lo sabía de memoria de tanto escucharlo toda la madrugada, mi mamá me regañó: "¡Me haces el favor y te llevas a ese tipo vulgar y altanero de aquí"! Traté de explicarle a la seño Gloria que eso también era literatura, pero grabada. Qué literatura ni que carajos, me dijo. Eso es pura vagabundería, remató.

'Deivinson Sánchez Juliado', como le decía el Flecha, no hizo en su vida otra cosa que retratar al pueblo costeño con todos sus millones de virtudes y sus pocos defectos desde su Lorica natal. (Es que en este Lorica si hay locos, cuadro…).

Y consiguió darle importancia mundial no sólo a través de El Flecha, sino de Pero sigo siendo el rey, Mi sangre aunque plebeya, Gallito Ramírez, Abraham a la risa, y un largo etcétera de títulos donde mostró con orgullo de lo que somos capaces los costeños cuando nos da la gana.

Yo he leído y escuchado desde mis épocas de bachillerato a Sánchez Juliao, el otrora director y locutor de Radio Progreso de Lorica, Córdoba, y siempre he tenido claro que Lorica es cualquier pueblo de la Costa. Aunque para mi gusto, la entrevista (grabada, por supuesto) que le hizo al maestro del acordeón, Alejandro Durán, es digna de admiración y de imitación.

Sánchez Juliao no sólo era escritor. También era famoso por su colección de cuentos y anécdotas, por sus apuntes jocosos, por luchar hasta su último aliento porque todo aquello que siempre nos ha caracterizado a los costeños no lo dejemos morir tirado a la vera del camino sucio de mierda de gallina. Aunque fue un mal diplomático y un pésimo político, pero una excelente persona que nunca se avergonzó como ciertos sanfernanderos de su origen.

A Sánchez Juliao nunca le dio pena decir que era de Lorica, y me identifico con él porque a mí tampoco se me pone la cara roja de la vergüenza al decir que soy de San Fernando, Magdalena, y no de Santa Marta, como dicen algunos estudiantes universitarios.

Este escritor cautivaba al público no sólo con sus anécdotas sino con esa voz de 'picó' que el cielo lo premió.

Yo no sé qué tan tarde tiene que escribir Sánchez Juliao que tuvo que ir hasta el cielo a comprar sus infaltables cigarrillos Marlboro, pero lo que sí sé es que sus obras perdurarán igual que el porro "Roque Guzmán". Además, no sería extraño que lo viéramos por aquí un día de estos diciéndonos muerto de risa: "me imagino la cara del viejo San Pedro cuando llegó la luz al cielo y no me encontró….Yo a ese man no me le paraba más…"

Y se seguirá escuchando "Persécula Seculorum", como dice Fernando Durango, el Flecha, la discusión eterna de aquellas dos señoras de la Lorica de David Sánchez Juliao, que se estaban dando lengua de acera a acera, de pretil a pretil, y la señora Tulia que se paseaba entre las dos mujeres que peleaban tratando de cogerse un 'barato' en la pelea, cuando una de ellas le dice a la mamá de El Flecha: "niña Tulia, cálmese, esta pelea no es con usted". Y la niña Tulia le responde con todo ese sabor Caribe, así, crudo y cerrero como el corazón de nuestra raza: ¡Más hijueputa eres tú…!

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