Cultura incivilizada

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Se ha vuelto costumbre muy usual y cotidiana la tendencia no apropiada de ciertos orates y menesterosos en causar molestia a los visitantes nacionales e internacionales que con frecuencia llegan a la ciudad, (aclaro aunque existen también quienes lo hacen por física necesidad) al acercarse a estos con su indumentaria maloliente y desagradable pidiendo dinero o comida.

Si bien es cierto la critica y preocupante situación creciente en que se encuentran estos desposeídos, requiere con urgencia la intervención del Distrito en la búsqueda de una solución; también es real y apenas lógico que los visitantes se incomoden ante el encuentro con estas personas y reflejan un panorama tétrico, paupérrimo, angustioso y desalentador.

Para precisar colocamos como ejemplo los escenarios frecuentes donde se ejercita este indecoroso e inoportuno episodio: Parques Bolívar, Santander, al igual que al ingreso de iglesias ubicadas en el centro histórico de la ciudad, centros comerciales, restaurantes, y en si en las calles.

Si hacemos un diagnostico que capte en forma íntegra las causas y consecuencias de este flagelo social, tendríamos que preguntarnos: ¿impacta negativa o positivamente la presencia de estos desposeídos? Aunque el hecho de pedir limosna se ha convertido en un negocio, del cual estos no se quieren despegar. ¿Habrá solución a este problema? ¿Cuál podría ser?

¿Qué hace la administración distrital al respecto? ¿Tiene políticas definidas para el problema? Creo que no o no se visualizan. Lo anterior nos indica que estamos obligados a aunar esfuerzos y a afianzar iniciativas articuladas a la focalización de soluciones. Este reto sin lugar a equívocos requiere de sensibilización, sentido de pertenencia, inversión de recursos que les suministren lo vital.

Exhortamos a las autoridades a que prioricen como desafío urgente e importante la perentoria necesidad de educar a cada ser, una sociedad educada es un ejemplo digno de cordura, tolerancia, equilibrio de desarrollo y bienestar para todos. Una comunidad bruta y despiadada representa un dantesco atraso y como tal una imagen nefasta y desencuadernada, poco atractiva y de baja perspectiva para el progreso.

Ciudades costeras en el mundo vivieron estos brotes de cultura incivilizada en su desarrollo embrionario; pero implementaron la educación al respecto y lograron corregir a tiempo esta conducta con sólidos principios de superación, arraigo, con espíritu crítico, inclusivo y lo más importante participativo. Santa Marta, es una ciudad que está en condiciones privilegiadas por la naturaleza para el turismo, potencial que se debe capitalizar y dar más a conocer, cautivando cada día mas a los visitantes.

Ya encontramos en el panorama jurídico la ley 1641 de 2013 que define los lineamientos para la implementación de una política publica para habitantes de la calle, con el fin de protegerlos, brindarles atención integral, rehabilitación e inclusión social; ley que se ha criticado mucho por su poca efectividad; además se debe reglamentar, ya que parece mas letra muerta, solo existe en el papel.

Un buen porcentaje de las personas habitantes de la calle se encontraban apiñadas en el antiguo boro, sector del polvorín; pero fueron evacuados y se esparcieron por doquier del sector urbano; es decir que la cura fue peor que la enfermedad.

Ante esta irrefutable realidad, instituciones publicas y privadas traduzcan las ideas en hechos concretos, justos y valederos, que se pasen de los discursos, proyectos a la materialización, porque lo cierto mucho es lo que se ha hablado y poco lo que se ha logrado y ahora con mas tentáculos ni hablar de estos por ahora, ya que darían argumentos para otro escrito.