El guardia héroe que no volvió vivo a casa

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Alcides Cotes Jurado, a lo mejor todos los días, cuando salía a trabajar, lo hacía con un pensamiento temeroso: no regresar algún día a casa a ver de nuevo a sus dos amores, una linda bebé de cinco años y su joven y bella esposa.

 La labor que desempeñaba como guardia de una empresa de transporte de dinero y en una ciudad de un país donde la inseguridad es el pan de cada día o la delincuencia común está al acecho a cada minuto, no le eran ninguna prenda de garantía para creer en algo diferente.

Como hombre de seguridad que era, seguro que sabía el riesgo que existía cada vez que ejercía su labor cotidiana y por ello a lo mejor se encomendaba a Dios, para que al menos le permitiera retornar a casa sano y salvo y volver a ver a sus dos hermosas mujeres que dejaba todos los días en su hogar, porque tenía que salir a trabajar.

No obstante, ayer cuando se aprestaba a disfrutar ese agradable momento del final de cada jornada laboral, porque se siente que ya ha llegado la hora de regresar a casa, sucedió lo que nadie quiere ni desea que le ocurra a ninguno.

Dos tipos en un vehículo lo interceptaron en el preciso instante en que se metía a un cajero electrónico ubicado al frente de una estación de combustible situada a la salida de Santa Marta, más exactamente a la altura del sector de Mamatoco, para despojarlo del dinero que la empresa en que trabajaba le transporta a un banco y con el cual esa tarde fatal iba a alimentar al cajero automático.

Sin embargo, él alcanzó a evitar el despojo de la prenda de valor o el monto del dinero que llevaba en esos segundos a depositarlo en el cajero y se enfrentó a los dos individuos, quienes en una acción de respuesta le dispararon, hiriéndolo mortalmente, pero antes, él alcanzó a herir a uno de los frustrados asaltantes, mientras que el otro huía en el vehículo en que aparecieron por ese lugar.

Los dos cuerpos heridos quedaron tendidos en el piso; el de Alcides dentro del cajero automático y el del delincuente en la calle, los cuales fueron recogidos segundos más tarde y llevados hasta una clínica de la ciudad, pero allí llegaron sin vidas.

Sobre el guardia Alcides Cotes Jurado se supo además que era un buen padre, responsable y con una familia muy bonita.

Mientras que sobre la otra persona abatida sólo se conoció a través de las autoridades que se llamaba Ciro Alfonso Real Arrieta, quien tenía un prontuario delictivo y que probablemente había arribado a la ciudad, procedente de la vecina localidad de Barranquilla.

Del segundo delincuente, cómplice del abatido, la comandante de la Policía, Coronel Sandra Vallejos, dijo que había logrado escapar e incluso del plan candado que la institución armada realiza de respuesta inmediata a una acción criminal como la registrada ayer, mientras caía la tarde.



Escrito por:
Alvaro Cotes Córdoba
Autor: Alvaro Cotes Córdoba
Periodista – Bloguero de EL INFORMADOR