El papa Francisco confirmó que viajará a Colombia en 2017

Después de que se anunció la visita papal a Colombia, el pontífice estuvo con miles de jóvenes reunidos en un amplio prado polaco.

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El papa Francisco confirmó ayer sábado que viajará a Colombia en 2017 durante un almuerzo en la sede del episcopado polaco en Cracovia con 12 jóvenes que asisten a las Jornadas Mundiales de la Juventud, contó a la prensa la colombiana Paula Mora, una de las elegidas para representar a América Latina.

En varias ocasiones, el papa argentino ha manifestado a la prensa su deseo de viajar a Colombia para contribuir al proceso de paz con la guerrilla de las Farc, pero sin fijar la fecha.

El mismo papa aseguró en Roma al episcopado colombiano que espera que el viaje se pueda celebrar en el primer trimestre de 2017.

Durante el almuerzo con los jóvenes, que se celebró en un clima relajado y con un menú polaco (sopa, ‘pierogi’, arroz, carne, dulce de leche y café), el papa conversó en español sobre diferentes temas, desde la evangelización hasta la situación de los presos, sin evitar las “cuestiones personales”, contaron los asistentes.

El papa reconoció que va a ser muy difícil que visite otros países de América, porque ya tiene previsto el próximo año viajar a Colombia.
El almuerzo con los jóvenes es una cita crucial en cada edición de la JMJ, explicó el vocero vaticano, padre Federico Lombardi. El encuentro duró alrededor de una hora.

El papa Francisco desafió a cientos de miles de jóvenes reunidos en un amplio prado polaco a que rechacen ser un “apoltronado de sofá” que se retrae en videojuegos y pantallas de cómputo y en lugar de ello participen en activismo social y en la política para crear un mundo más justo.

En un discurso decorado con lenguaje contemporáneo, el pontífice de 79 años, a pesar de un largo día de presentaciones en público, se dirigió con entusiasmo el sábado a su atenta audiencia durante una cálida noche de verano.

Francisco habló de una parálisis que proviene de simplemente buscar lo más cómodo, de confundir la felicidad con una forma de vida complaciente que podría derivar en que la gente pierda la capacidad de determinar su propio destino.

“Queridos jóvenes, no venimos a este mundo a ‘vegetar’, a tomarnos las cosas con calma, a hacer de nuestra vida un cómodo sofá en el cual quedarnos dormidos. No, venimos por otra razón: para dejar una huella”, le dijo Francisco a una multitud que los medios de comunicación polacos calcularon en más de un millón de personas en un campo enorme en Brzegi, un poblado en las afueras de la ciudad sureña de Cracovia.

Los organizadores dijeron que 1,6 millones de personas acudieron a escuchar al papa el sábado por la noche, pero la policía no dio una cifra estimada del número de asistentes.

Francisco censuró un escapismo moderno hacia el consumismo y las computadoras que aísla a la gente. El mismo mensaje fue expresado en una presentación de ballet en el lugar antes de que él diera su discurso: una mujer solitaria busca contacto humano, pero es rechazada por personas que traen tabletas y teléfonos celulares, hasta que un hombre sale tras una barrera transparente para contactarse con ella.

Para el pontífice, Jesús es el “Señor del riesgo... no el Señor de la comodidad, la seguridad y la facilidad”.
“Seguir a Jesús exige una buena dosis de valor, una disposición a canjear el sofá por un par de zapatos para caminar y partir hacia nuevas rutas desconocidas”, afirmó Francisco.

Desafió al mar de gente que lo escuchaba, sentados sobre mantas, a dejar su marca en el mundo al participar como “políticos, pensadores, activistas sociales” y a ayudar a construir una economía mundial “inspirada en la solidaridad”.

“La época en que vivimos no requiere jóvenes ‘apoltronados en el sofá’’’, afirmó ante sonoros aplausos, “sino jóvenes con zapatos, o mejor, botas, amarrados”.
Como un político que anima a una multitud, Francisco le gritó a su audiencia: “¿Quieren que otros decidan el futuro de ustedes?”. Cuando no recibió el sonoro “¡No!” que esperaba, intentó un “Sí”.

“¿Quieren luchar por su futuro?”, preguntó.
“¡Sí!”, rugieron.

“El papa no nos ordena que hagamos cosas, nos alienta”, dijo Szymon Werner, un hombre de 32 años de Cracovia que estaba en el prado, a The Associated Press. “Es cierto, hay muchas tentaciones, debilidades en la vida, y deberíamos intentar hacer algo acerca de ellas”.
“Le daré más atención a mi familia”, prometió. “Anoche le di un aventón a unos peregrinos extranjeros que perdieron su autobús, ¡así que creo que la presencia del papa está funcionando!”.

Francisco hizo su exhortación nocturna después de que celebró una misa con sacerdotes, monjas y jóvenes seminaristas, a los que también exhortó a salir de sus zonas de confort y atender a los necesitados en el mundo. Dijo que Jesús desea que la Iglesia “sea una Iglesia en movimiento, una Iglesia que sale hacia el mundo”.

Pronunció esa homilía en un santuario dedicado a San Juan Pablo II, el pontífice polaco cuya firme defensa de los derechos de los trabajadores en las décadas de 1970 y de 1980 desafió a los gobernantes socialistas de su nación en aquella época.




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