Así describió Lucila Reales, una de las afectadas, lo que ocurrió la noche del miércoles en Guachaca, cuando las fuertes lluvias causaron el desbordamiento del río.
La rápida reacción de los pobladores de Guachaca, Don Diego y Puerto Nuevo fue lo que evitó una tragedia mayor.
En un recorrido realizado por EL INFORMADOR ayer en la mañana se pudo evidenciar hasta dónde llegó el nivel del agua, la humedad que quedó en las paredes de las viviendas reflejó que la altura alcanzó casi los dos metros.
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Con el barro metido en cada rincón de sus hogares, los moradores durante el día sacaron al sol los pocos elementos que pudieron salvar luego de la creciente súbita. Aunque las pérdidas son únicamente materiales, la situación es un drama para las más 600 familias afectadas. Así como lo relató Reales: “El agua se lo llevó todo, no nos quedó nada”.
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Redacción EL INFORMADOR
Fotos: Edgar Fuentes