Empleo_SantaMarta

Primer viernes de Cuaresma: Ayuno y abstinencia

La Cuaresma, un período de cuarenta días que precede a la Semana Santa, es un tiempo crucial en la liturgia.

Actualidad
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger


Más allá de su connotación simbólica, la Cuaresma trae consigo prácticas penitenciales como el ayuno y la abstinencia, arraigadas en la espiritualidad cristiana. Estas prácticas buscan no solo cumplir con la ley divina, sino también fomentar la transformación espiritual y el desprendimiento de actitudes consumistas.

 La doctrina de la Cuaresma es parte integral de la espiritualidad cristiana, destinada al arrepentimiento, alejamiento del pecado y retorno a Dios. Cristo mismo anunció el ayuno para sus discípulos, y la Iglesia ha establecido normativas para asegurar que los católicos cumplan con esta obligación.

 El Código de Derecho Canónico de 1983 detalla las obligaciones, especificando que todos los viernes del año y el tiempo de Cuaresma son días y tiempos penitenciales. Los viernes requieren abstinencia de carne, y el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo implican ayuno y abstinencia.

 La abstinencia, obligatoria desde los 14 años, prohíbe consumir carne los viernes, sustituyendo la penitencia por actos de caridad fuera de Cuaresma en algunos lugares. El ayuno, para aquellos de 18 a 59 años, implica reducir la cantidad de comida habitual el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

 La Iglesia, en su sabiduría, establece excepciones para quienes no deben cumplir con estas prácticas debido a circunstancias particulares. Sin embargo, anima a los católicos a imponerse penitencias personales adicionales, promoviendo un espíritu más profundo de conversión.

 
Le puede interesar:  Corpamag inicia la construcción del Plan de Acción Institucional 2024-2027

¿Por qué los católicos hacen ayuno y abstinencia en Cuaresma?

 Esta interrogante conduce a una comprensión más profunda de la relación entre el ayuno y la conversión espiritual. Estas prácticas no son simples renuncias, sino una introducción al equilibrio y desprendimiento de la actitud consumista tan arraigada en la sociedad actual.

 El ayuno y la abstinencia buscan liberar al hombre de una orientación excesiva hacia los bienes materiales, promoviendo un mejor desarrollo personal y el dominio de sí mismo. La renuncia no es un fin en sí misma, sino un medio para vivir de manera más plena los valores superiores y alcanzar un desarrollo más equilibrado.

 En última instancia, la Cuaresma, con sus prácticas penitenciales, se revela como un camino espiritual que va más allá de las obligaciones normativas, buscando la transformación interior y el acercamiento a Dios en un mundo cada vez más centrado en el consumismo desmedido.

Le puede interesar:  Impulsan formalización de micronegocios para crecimiento sostenible

 
¿Qué es el Vía Crucis?

 El Vía Crucis consiste en recorrer espiritualmente el camino que hizo Jesús hasta el monte Calvario mientras cargaba la Cruz, así como la oportunidad de interiorizar en su sufrimiento.

 

“Vía Crucis” significa en latín “El camino de la Cruz”. Este trayecto está compuesto por 14 estaciones que representan ciertas escenas de la Pasión, correspondientes a un incidente en particular o la forma especial de devoción relacionada con tales representaciones.

 El Vía Crucis se reza de pie, y en algunos momentos de rodillas.  Debe hacerse caminando, deteniéndose en cada estación, para recordar el camino de Jesús al Calvario.  Es por eso que las imágenes de la representación del Vía Crucis están en la pared, alrededor del templo.  Si se reza en casa, ayuda tener en la mano imágenes de la Pasión y Muerte del Señor, para que puedas recordar e imaginar su dolor.


Le puede interesar:  Asamblea francesa aprueba nuevo delito de incitación a no cuidar la salud

“Señor, enséñame tus caminos e instrúyeme en tus sendas.”
La Cuaresma es el tiempo propicio para expresar sincera gratitud al Señor por las maravillas que ha hecho en favor del hombre en todas las épocas de la historia y, de modo particular, en la redención, para la cual no perdonó ni a su propio Hijo (cf. Rm 8, 32).”


“El descubrimiento de la presencia salvadora de Dios en las vicisitudes humanas nos apremia a la conversión; nos hace sentir a todos como destinatarios de su predilección y nos impulsa a alabarlo y darle gloria. Repetimos con San Pablo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en Él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor” (Ef 1, 3-4). Dios mismo nos invita a un itinerario de penitencia y purificación interior para renovar nuestra fe. Nos llama incansablemente hacia Él, y cada vez que experimentamos la derrota del pecado nos indica el camino de vuelta a su casa, donde encontramos de nuevo la singular atención que nos ha dispensado en Cristo. De este modo, de la experiencia del amor que el Padre nos manifiesta, nace en nosotros la gratitud.” (Juan Pablo II, Mensaje para la Cuaresma de 1999).

Oración
Confírmanos, Señor, en el espíritu de penitencia con que hemos empezado la Cuaresma; y que la austeridad exterior que practicamos vaya siempre acompañada por la sinceridad de corazón. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 





Más Noticias de esta sección

Publicidad